
Ene
Homilía Epifanía del Señor
“ Hemos visto salir su estrella, y venimos a adorarlo ”
Introducción al Evangelio del día
Si hay alguna fiesta en la que, incluso con la complicidad de los liturgistas, se nos permita echar mano de la Palabra de Dios, tradiciones, costumbres y símbolos, es ésta, la Epifanía o fiesta de los Reyes Magos.
El texto evangélico de Mateo sólo habla de “unos magos –o sabios- de Oriente”. Más tarde la tradición empezó a hablar del número: “tres magos”, a tenor de los regalos que ofrecen al Niño. Bastante más tarde, a partir del siglo octavo, se mencionan sus nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar. Por ser tres, se les consideró como representantes de las tres razas conocidas entonces, blanca, amarilla y negra; otros los vieron también como emisarios de los tres continentes: Asia, África y Europa. De manera ingenua, pero inteligente al mismo tiempo, estas tradiciones entendían y mantenían que el cristianismo estaba llamado desde los comienzos a unir e impregnar con su savia a todos los pueblos y razas de la tierra. Y quizá sin pretenderlo, llegaron –y ayudaron a llegar- al mensaje central de Epifanía: universalidad de la salvación del Niño nacido en Belén.