Sáb
16
Ene
2010
Sígueme. Se levantó y lo siguió.

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel 9, 1-4. 17-19; 10, 1a

Había un hombre de Benjamín, de nombre Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorat, hijo de Afij, hijo de un benjaminita. Era un hombre de buena posición.
Tenía un hijo llamado Saúl, fornido y apuesto. No había entre los hijos de Israel nadie mejor que él. De hombros para arriba, sobrepasaba a todo el pueblo.
Las borricas de Quis, padre de Saúl, se habían extraviado; por ello ordenó a su hijo:
«Toma contigo a uno de los criados, ponte en camino y vete a buscar las borricas».
Atravesaron la montaña de Efraín y recorrieron la comarca de Salisá, sin encontrarlas. Atravesaron la comarca de Saalín y el territorio benjaminita, pero no dieron con ellas.
En cuanto Samuel vio a Saúl, el Señor le advirtió:
«Ese es el hombre de quien te hablé. Ese gobernará a mi pueblo».
Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta, y le dijo:
«Haz el favor de indicarme dónde está la casa del vidente».
Samuel respondió:
«Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano y comeréis hoy conmigo. Mañana te dejaré marchar y te aclararé cuanto te preocupa».
Tomó entonces Samuel el frasco de óleo, lo derramó sobre su cabeza y le besó, diciendo:
«El Señor te unge como jefe sobre su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los enemigos que lo rodean».

Salmo de hoy

Salmo 20, 2-3. 4-5. 6-7 R/. Señor, el rey se alegra por tu fuerza

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. R/.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. R/.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia» R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 13-17

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba.
Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice:
«Sígueme».
Se levantó y lo siguió.
Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que lo seguían.
Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos:
«¿Por qué come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y les dijo:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Reflexión del Evangelio de hoy

¿Cuántas veces en la vida se nos ha dicho que somos los elegidos de Dios?

Desde las primeras escrituras podemos encontrar signos de cómo gente sencilla son los elegidos para las diversas revelaciones. Personas que a través de  los designios de Dios se convierten en portadores de la verdad, de la vida…

En las lecturas de hoy vemos cómo personas tan diferentes como Saúl  y Leví son  elegidos. A Saul, persona de buen parecer, famoso en el lugar, se le encomienda  una importante tarea. Leví, hombre de no muy preciada popularidad por su oficio, es reclamado por Jesús para ser discípulo suyo.

¿Qué gran revelación nos tiene guardada Dios padre-madre para nosotros/as?

Es en los pequeños gestos, en aquello que existe mas allá de una primera imagen o impresión, en las relaciones humanas de calidad, sinceras, donde encontramos esa revelación de Dios.

Es en la predicación con gestos, con hermosos gestos, con acercamiento, mirando más allá, sin prejuicios, donde encontraremos la verdadera relación con Dios, la plenitud.

En esa relación, Dios nos seducirá para revelarnos lo que hay en nuestro corazón y estaremos en disposición para dejarlo todo y seguirle, con la posibilidad de acercarnos a lo marginal.

La marginalidad no es siempre sinónimo de pobreza, sino de aquello a lo que dejamos excluido a un lado, aquello que no dejamos que cuadre en nuestras vidas, porque no posee una presentación atractiva y poderosa.

Sin embargo, hemos de aprender que incluso lo que en un primer momento nos puede parecer insignificante y hasta despreciable, nos puede abrir otros caminos y horizontes personales donde la presencia de Dios padre-madre termina por convertirse en un eje central en el cual apoyar nuestra vida y hacer girar nuestro sentir como cristianos. Abramos nuestro corazón y adelante….