Comienzo de la Edad Media / siglos V-VII

La invasión de los pueblos germanos trajo una nueva religiosidad adaptada al mundo rural y la vida monástica ocupó un lugar destacado.


Si en el siglo IV el Espíritu Santo auxilió a la Iglesia para adaptarse a su legalización y a ser la región oficial del Imperio Romano, en el siglo V la ayudó a afrontar un reto muy diferente: la caída del Imperio Romano de Occidente y la invasión de los pueblos germanos, que llegaron con una nueva religiosidad muy bien adaptada al mundo rural que resurgía en Europa tras la destrucción de sus ciudades. Daba así comienzo la Edad Media, en la que la Iglesia ocupó un lugar preponderante, gracias, en buena medida, a la vida monástica.

¿Cómo era la Iglesia en el inicio de la Edad Media?

En el siglo IV el Imperio Romano de Occidente estaba sumido en una grave crisis, mientras que los pueblos germánicos del norte (los bárbaros) eran cada vez más fuertes. La consecuencia no se dejó esperar: en el año 378 comenzaron las invasiones bárbaras. Las ciudades del Imperio, una tras otra, fueron arrasadas y saqueadas, y su población se dirigió al campo. Sirva como ejemplo que en el año 430 san Agustín falleció en Hipona (norte de África) mientras la ciudad estaba sitiada por el ejército de los Vándalos.

Sin embargo, en el Imperio Bizantino –separado del Imperio Romano de Occidente en el año 395– la historia trascurrió de un modo muy diferente, pues en el siglo V no sufrió invasiones bárbaras, por lo que sus estructuras sociales y políticas se mantuvieron, de modo que la antigua sacrosanta majestad del emperador romano pervivió de forma cristianizada: dando lugar al denominado cesaropapismo, cuyo principal exponente lo encontramos en Justiniano (483-565), que encarnó esta máxima: «Un único Imperio y una sola Iglesia bajo la guía del emperador». Así, el emperador de Oriente era considerado como «semejante a los Apóstoles» y «obispo de los obispos», y su misión era supervisar a la Iglesia, velando por sus intereses e interviniendo activamente en su funcionamiento interno.

Volvamos a Europa occidental. Debido a las invasiones, se produjeron en ella grandes migraciones de población procedente del centro y norte de Europa que se asentaban en los territorios del Imperio, trayendo consigo su cultura y religión. Todo ello hizo que la influencia de la religiosidad germana fuese cada vez más fuerte en el siglo V, repercutiendo en la espiritualidad de la Iglesia, sobre todo a nivel del pueblo fiel. También influyeron los celtas –pues habitaban amplias regiones de las islas británicas, Francia y España– y otras antiguas culturas que subsistieron al Imperio Romano. Pues bien, como culmen de la caída del Imperio de Occidente, en el año 476 los Hérulos depusieron al último emperador: Rómulo Augusto (ca. 462-?) y dio comienzo la Edad Media.

¿Cómo era la espiritualidad en el principio de la Edad Media?

Toda esta situación provocó un gran cambio en la espiritualidad cristiana: de estar fundamentalmente influenciada por el ambiente urbano y la cultura grecorromana en los siglos I-IV, pasó a lo largo del siglo V a estar cada vez más influenciada por el ambiente rural y la cultura de los pueblos germánicos y así siguió siendo hasta que las ciudades recuperaron su poder socioeconómico en los siglos XII-XIII y, sobre todo, hasta que el Renacimiento rescató la cultura clásica grecorromana en los siglos XV-XVI, dando fin a la Edad Media.

Las relaciones sociales en la Edad Media

Como era de esperar, los reinos germanos modificaron mucho la estructura social europea. A partir del siglo VI la esclavitud comenzó a desaparecer. En parte es gracias a la Iglesia, pues prohibió en los territorios gobernados por los nuevos reyes germanos que se esclavizase a los bautizados, los cuales son cada vez más numerosos debido a que los reinos germanos abandonan sus antiguas religiones y se cristianizan. Pero también influyó la nueva estructura social del vasallaje y la servidumbre.

El vasallaje consistía en el acuerdo de mutua ayuda establecido por dos hombres libres: el señor y el vasallo, de tal forma que el señor le daba tierras al vasallo y se comprometía a protegerle, y éste a cambio se comprometía a obedecer y a luchar por su señor. El vasallo podía ser un noble de rango inferior. Este acuerdo no se apoyaba en un contrato legal o económico sino en la fidelidad y lealtad mutuas.

Por otra parte, la servidumbre era la relación que se establecía entre un hombre libre –es decir, el señor, que solía ser un noble– y sus siervos. Este acuerdo consistía en que el señor dejaba vivir y trabajar en sus tierras a sus siervos y, a cambio, éstos le daban parte de sus cosechas y estaban totalmente sometidos a él. Cuando un señor vendía o cedía sus tierras, lo hacía incluyendo a los siervos que las habitaban. En el ambiente rural de la Edad Media, este sistema era económicamente más beneficioso que la esclavitud.

¿Cuál es el rol de la Iglesia en la Edad Media?

En el sistema social de la nueva Europa medieval, la Iglesia se situó en la cúspide, por encima de siervos, vasallos y señores, pues todos ellos la necesitaban. En medio del caos desatado por las invasiones y los nuevos reinos germanos, la Iglesia tuvo un papel social y político importante, ya que los gobernantes se servían de ella para regir y administrar su territorio. Los obispos se convirtieron así en jefes polivalentes que, además de desempeñar sus funciones religiosas, ejercieron también labores políticas: negociando con los mandatarios germanos; y sociales: protegiendo a los pobres de los abusos de los señores.

Asimismo, el monacato encajó muy bien, pues los monjes emplazaban sus monasterios en el campo y desde ellos evangelizaban a la amplísima población rural de las regiones paganas. Para ello cristianizaron algunos ritos y costumbres paganos, como eran, por ejemplo, las romerías y las procesiones. También fue muy normal en la Edad Media que los reyes y señores se ayudasen de los monjes para regir y administrar sus territorios. Y además, la Iglesia diocesana recurrió a ellos asiduamente para que ocupasen el cargo de obispo. Por su parte, las monjas ejercían una saludable influencia moral y espiritual dentro de las poblaciones donde situaban sus monasterios.

Así pues, la consecuencia de todo esto son los tres «órdenes clásicos» de la sociedad medieval:

  • en el escalón de arriba estaban los oratores (orantes): que eran los eclesiásticos y los monjes;
  • después estaban los bellatores (guerreros): constituido por los señores y los caballeros;
  • y en el escalón más bajo se situaban los laboratores (trabajadores): los campesinos, que constituían la inmensa mayoría de la población y mantenían con su esfuerzo a los otros dos órdenes.

¿Cómo cambio la Teología al comienzo de la Edad Media?

La llegada de la Edad Media influyó mucho en la teología. Los siglos IV y V fueron la cumbre de la patrística. Ésta se sirvió del magnífico sistema de enseñanza que había en las ciudades del Imperio Romano. Pero cuando éste se derrumbó y surgió un nuevo ambiente cultural y social, las escuelas fueron desapareciendo y por ello cada vez habrá menos autores teológicos de relevancia. Los últimos Padres occidentales son san Isidoro de Sevilla (ca. 556-636) y san Beda el Venerable (673-735). En Oriente también decayó la teología, de tal forma que el último Padre oriental es san Juan Damasceno (ca. 675-749).

Desgraciadamente, esta situación perduró hasta los siglos XII-XIII, cuando en Europa occidental volvieron a tomar importancia las ciudades y en ellas se constituyeron buenos centros de estudios en los que se desarrolló el pensamiento escolástico. Asimismo, fue entonces cuando el sistema social del vasallaje y la servidumbre comenzó a ser reemplazado en las ciudades por la burguesía. Dicho cambio fue total y definitivo con la irrupción de la Revolución Francesa (1789).