Lun
28
Dic
2009

Evangelio del día

Dios es luz sin tiniebla alguna.

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1, 5 – 2, 2

Queridos hermanos:
Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia.
Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Salmo de hoy

Salmo 123, 2-3. 4-5. 7b-8 R/. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes. R/.

La trampa se rompió,
y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 13-18

Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:
«De Egipto llamé a mi hijo».
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías:
«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes;
es Raquel que llora por sus hijos
y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».

Reflexión del Evangelio de hoy

Creo que hemos de ser claros: el reato de san Mateo es una tragedia, ocupa el nivel más alto de inhumanidad, asesinar niños. Lo contrario de lo que grita la Navidad: Dios se compromete con el ser humano hasta hacerse unos de ellos, empezando por se niño. Este Niño diría: “dejad que los niños se acerquen a mí”, si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los cielos”. Diríamos que hasta molesta que nos hayan introducido, como “fiesta” esa celebración en el tiempo de Navidad. El pueblo lo ha tomado por la “inocencia”, y se olvida de la violencia mirtal. Por eso en España se divierte con bromas al vecino que le hagan ver que no es tan listo como parece. Es una salida de la tragedia a base de comedia. No es fácil juzgarlo. Pero lo que se recuerda no es para tomarlo a broma.

La primera lectura ofrece la segunda definición de Dios de esa carta: la primera es “Dios es amor”; esta segunda, Dios es “luz sin tiniebla alguna”. Bien nos viene que sea la luz la que vaya destruyendo lo que de tiniebla tenemos. La verdadera luz que nos viene de Dios y que encontramos en los textos inspirados. En concreto que vaya sacando a la luz el pecado, para que, conocido, confesado, sea perdonado. Nunca nos podemos cansar de buscar esa luz, de pedírsela a Dios.

San Mateo tiene interés en resaltar que el Mesías, Jesús, es un nuevo Moisés. Como Moisés se libró de la muerte decretada por el Faraón para los niños hebreos, Jesús se librará de la que decretó Herodes. Además, como nuevo Moisés, vendrá desde Egipto a realizar su misión. Jesús es el nuevo y definitivo liberador del pueblo, quien ha de sacarle de la esclavitud del error y el pecado, como viene a decir la primera lectura.