La Iglesia perseguida / siglos I-III

El cristianismo nace en pleno apogeo del Imperio Romano, que ayudó en parte a su rápida difusión y a que se formasen las primeras comunidades cristianas.


Ya hemos comentado cómo el cristianismo surgió como un pequeño brote del «tronco» de la religión judía (cf. Ap 22,16), pero, bajo la guía del Espíritu Santo, fue creciendo y diferenciándose, hasta que pasó a ser una religión autónoma y diferente. Así lo explica Jesús simbólicamente:

«Nadie rompe un vestido nuevo para echar un remiendo a uno viejo; de otro modo, desgarraría el nuevo, y al viejo no le iría el remiendo del nuevo. Nadie echa tampoco vino nuevo en odres viejos; de otro modo, el vino nuevo reventaría los odres, el vino se derramaría, y los odres se echarían a perder; sino que el vino nuevo debe echarse en odres nuevos» (Lc 5,36-38).

La nueva espiritualidad cristiana necesitaba desarrollarse en el seno de una nueva religión. Pero el cristianismo mantuvo lo fundamental del judaísmo: la fe en el único Dios. En efecto, Jesucristo es Hijo del Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Por eso el cristianismo aceptó como revelados por Dios los textos sagrados judíos: el Antiguo Testamento. Pero los interpretó desde el punto de vista de los nuevos textos revelados en el ámbito cristiano: el Nuevo Testamento, el cual es considerado como la culminación y plenitud del Antiguo. Por eso dice Jesús al comienzo del Sermón de la Montaña: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17).

¿En qué contexto histórico surge la Iglesia primitiva?

El cristianismo nace en pleno apogeo del Imperio Romano, lo cual, en parte, ayudó a su rápida difusión. Eran tiempos de paz y esplendor, en los que se compartía una cultura común grecorromana, llamada ekumene. En el Imperio se hablaban dos lenguas: el latín, sobre todo en la zona occidental, y el griego, en la zona oriental. Éste último fue el idioma común de la Iglesia en los primeros siglos, ya que ésta se estableció principalmente en Oriente. Ello explica que todo el Nuevo Testamento y la mayoría de los textos de los Padres de la Iglesia estén escritos en griego.

La amplia red de comunicaciones del Imperio permitió a los misioneros cristianos desplazarse con relativa rapidez y comodidad de un lugar a otro. La ausencia de grandes conflictos y guerras ayudó, asimismo, a que se formasen las primeras comunidades cristianas y prosperasen.

Es la llamada Paz Romana. Esto fue así durante los siglos I y II. Después, la decadencia del Imperio trajo consigo conflictos internos y externos que poco a poco dieron fin al Imperio Romano de Occidente en el año 476. En cambio, el Imperio Oriental (Bizancio) sobrevivió diez siglos más, hasta 1453.

La religión de Roma era politeísta y daba culto oficial a los dioses protectores del Imperio. También destacaba el culto que en cada pueblo o ciudad se daba a la divinidad local, pues los habitantes se sentían protegidos por ella. Asimismo, los mandatarios romanos promovían el culto al emperador con el fin de dar cohesión al Imperio y de revestir de autoridad divina las leyes y decretos imperiales, lo cual facilitaba su aceptación y cumplimiento.

¿Cómo influyó la filosofía griega en el cristianismo?

Por otra parte, la filosofía griega llevaba siglos creciendo y evolucionando. Dentro de ella se crearon movimientos que proponían una interioridad y una ética alternativas para dar respuesta al ambiente de corrupción moral que se vivía en la sociedad de entonces. Generalmente, estos movimientos filosóficos eran propagados por predicadores itinerantes.

Cuando san Pablo estuvo en Atenas, tomó contacto con dos de las escuelas filosóficas más importantes: el epicureísmo y el estoicismo (cf. Hch 17,18). Había otras escuelas a tener en cuenta: el cinismo, el gnosticismo y el neopitagorismo. Algunos elementos de estas filosofías fueron asumidos exitosamente por el cristianismo y ayudaron a enriquecer su espiritualidad. Sobre todo destaca la aportación del platonismo y el neoplatonismo. Pero, desgraciadamente, hubo aportaciones filosóficas que condujeron a algunos cristianos por caminos erróneos, por lo que la Iglesia tuvo que combatirlas.