Jue
18
Feb
2010
El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.

Primera lectura

Lectura del libro del Deuteronomio 30, 15-20

Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.

Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.

Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob».

Salmo de hoy

Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6 R./ Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 22-25

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios vivirás”

Este texto está dirigido a los desterrados de Israel invitándoles a tomar una opción personal; el Dios de Israel nunca fuerza a nadie, la libertad que Dios dio al hombre, siempre es respetada por su creador. La Escritura de hoy nos presenta dos caminos: el que lleva a la vida y el que lleva a la muerte.

La vida es bendición de Dios, la muerte es sinónimo de maldición.

Si  vives de acuerdo   a los mandatos del Señor y sigues sus caminos vivirás, crecerás y Dios te bendecirá.

Si no vives de acuerdo a los mandatos de la Alianza, y te alejas de Dios, morirás.

Hemos comenzado la cuaresma: tiempo de conversión, tiempo de volver a encontrarnos con el Señor de la vida,  de recordar sus mandatos, tiempo para reflexionar si vamos por   caminos de   vida o de   muerte, para profundizar  nuestra fe , para orar,  para reconocer nuestras limitaciones,  para poner orden en nuestro interior y    remediar todas nuestras desviaciones. ¿Qué camino sigo yo? ¿Voy al  encuentro con el Dios de la vida?,¿Soy fiel a mi compromiso cristiano?

  •     “El que pierda su vida por mi causa la salvará”

El Evangelio de hoy, sigue la misma línea que la primera lectura: Vida y muerte, traducidas  como bendición y maldición en el libro del Deuteronomio.

También el evangelio nos invita a optar por el Dios de la vida,” que nos ha bendecido en la persona de Cristo, con toda clase de bienes espirituales y celestiales” recordándonos que a esa vida se llega por Cristo; nuestra opción radical es Él, hay que seguir el camino  que Él nos trazó, hay que  ir tras Él llevando la cruz de cada día, viviendo en el amor y la obediencia al Padre, como él , que se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, por  eso, el Padre lo elevó sobre todo.  Llevar la cruz de cada día tras Jesús,  exige  negación de nosotros mismos, salir de nuestros egoísmos, aceptar con paciencia las impertinencias de los demás, reconocer que también los otros tienen que sufrir las nuestras y  que, a veces, es más fácil llevar la cruz  en las cosas grandes que en las cotidianas de cada día, que las grandes desavenencias no suelen ser por cosas grandes, sino por los pequeños problemas de cada día que ha veces nos hacen insoportable la presencia del otro en nuestra vida. Esta es la cruz que debemos tomar para seguir a Cristo, si lo hacemos así, podremos experimentar cada día el gozo  de la resurrección con Cristo.  Es el modo de perder la vida por Cristo y como Él nos dice, el modo de ganarla con Él.

Pidamos su gracia para poder llevar la Cruz con paciencia y llevando la paz a los que viven con nosotros.