Vie
19
Feb
2010
Aquí estoy. Porque yo, el Señor, tu Dios soy misericordioso.

Primera lectura

Lectura del libro de lsaías 58, 1-9a

Esto dice el Señor Dios:
«Grita a plena pulmón, no te contengas, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados.

Consultan mi oráculo a diario, desean conocer mi voluntad. Como si fuera un pueblo que practica la justicia y no descuida el mandato de su Dios, me piden sentencias justas, quieren acercarse a Dios.

"¿Para qué ayunar, si no haces caso; mortificarnos, si no te enteras?"

En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios y apremiáis a vuestros servidores; ayunáis para querellas y litigios, y herís con furibundos puñetazos.

No ayunéis de este modo, si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo.

¿Es ése el ayuno que deseo en el día de la penitencia: inclinar la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿A eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?

Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las corras del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos.

Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor.

Entonces clamarás al Señor, y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: "Aquí estoy"».

Salmo de hoy

Salmo 50, 3-4. 5-6ab. 18-19 R/. Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 14-15

En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».

Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».

Reflexión del Evangelio de hoy

  •  El ayuno que agrada a Dios: el amor

Las dos lecturas de hoy coinciden en el tema del ayuno. Una práctica mucho más extendida en el pueblo judío que actualmente en el pueblo cristiano (teniendo en cuenta que muchos millones de personas, por culpa de la injusticia humana, se ven obligadas a realizar el ayuno severo de pasar y de morir de hambre). Esto nos da pie para preguntarnos por el sentido del ayuno y de toda práctica ascética, ahora que acabamos de entrar en la Cuaresma. Ninguna de ellas tiene un valor en sí mismas. Siempre se hacen en vistas a algo. En cristiano, como no podía ser de otro modo, en vistas al amor, a vivir el amor a Dios, al prójimo y a uno mismo. Porque el amor es el resumen y el primer mandamiento de “la ley”.

Isaías denuncia un ayuno que no es grato a Dios, porque lejos de conducir al amor, mantiene actitudes contrarias a él. “El día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad”. El ayuno que agrada a Dios va por el camino de ayudar a los oprimidos, encarcelados, hambrientos, pobres… va por el camino del amor al hermano que es la mejor manera de amar a Dios y de que Él nos diga: “Aquí estoy”. Al final de nuestra vida el Hijo del hombre no nos preguntará por nuestros ayunos, sino por el amor concreto a nuestros hermanos/as.