Mar
8
Dic
2020

Homilía La Inmaculada Concepción

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

Para Dios nada hay imposible

Introducción

La Solemnidad de la Inmaculada Concepción recuerda la voluntad de Dios de mantener su alianza con el hombre y borrarle toda mancha de pecado. Esta promesa posee un ejemplo singular en María. Hoy le tenemos presente como aquella que concibe a su Hijo desde la plenitud de la gracia que se le otorga. Hacemos memoria del testimonio de la mujer humilde de Nazaret, la anawin, que supo abrirse a Dios y confiar en Él.

Bien acentuaron los Santos Padres en señalar a María como la primera discípula de Jesús y de cooperar con su proyecto de salvación. La Inmaculada Concepción no significa que la Madre de Cristo no necesitara un Salvador. Más bien, es un privilegio que Dios le concede en virtud de los méritos salvadores de su Hijo. Esta solemnidad resalta que toda su persona es habita por la plenitud de la gracia y en el testimonio del ángel Gabriel, en la Anunciación, su mejor ilustración.

Proclamado como dogma en 1854, los pasajes del Génesis y del Evangelio de Lucas, que se proclaman hoy, son fuentes teológicas que traslucen esta realidad. Más es el pueblo cristiano, a través de su fe, que consideró e invocó desde los primeros siglos a María como santa y sin pecado original.