Sáb
8
Dic
2018

Homilía La Inmaculada Concepción

Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

Introducción

Hoy es la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. Fue el 8 de diciembre de 1854 cuando el Papa Pío IX, por medio de la Bula Ineffabilis Deus, proclama este dogma para toda la Iglesia. Es el punto de llegada de una amplia reflexión que venía de siglos atrás y que tuvo momentos de “apasionada dialéctica”, lo cual contribuyó a definir con mayor claridad este dogma que forma parte del “Misterio de María”. Afirmamos y celebramos que María, “en virtud de los méritos de Jesucristo Redentor”, fue preservada sin mancha del pecado original desde el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios.

Con esta Solemnidad, la Iglesia canta la belleza de María.  “Toda hermosa, toda bella, eres María…” Muchos de los textos eucológicos de este día utilizan expresiones así.

En María Inmaculada, llena de gracia, plenamente santa, comienza la victoria de la belleza. Ya en las primeras páginas del Génesis vemos cómo el hagiógrafo afirma que todo lo creado por Dios era “bueno”. Bueno y bello son dos adjetivos que intercambian significado. Lo bueno es bello y lo bello es bueno. El pecado del ser humano, creado libre, introduce una mácula en todo este proyecto hermoso de Dios para el mundo y la historia. Desde ese momento todo el interés de Dios estará en que “la obra de sus manos” recupere todo su esplendor. La historia de la Salvación, pudiera decirse, es la historia del Dios bueno que pone todo su interés en hacer brillar su proyecto de belleza para el ser humano.

Esto llega a su culmen en Jesucristo, el Hombre Nuevo, plenitud de la belleza y la bondad de Dios. María, la Virgen “pura”, es el primer fruto, adelantado, que anuncia la victoria definitiva de ese proyecto divino por encima del mal, del pecado y de cualquier tipo de tiniebla que intente empañar la hermosura de la obra de Dios.