Lun
6
Abr
2009

Evangelio del día

Semana Santa

A los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 42, 1-7

Mirad a mi siervo,
a quien sostengo;
mi elegido,
en quien me complazco.

He puesto mi espíritu sobre él,
manifestará la justicia a las naciones.

No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.

La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará.

Manifestará la justicia con verdad.

No vacilará ni se quebrará,
hasta implantar la justicia en el país.

En su ley esperan las islas.

Esto dice el Señor, Dios,
que crea y despliega los cielos,
consolidó la tierra con su vegetación,
da el respiro al pueblo que la habita
y el aliento a quienes caminan por ella:
«Yo, el Señor,
te he llamado en mi justicia,
te cogí de la mano, te formé
e hice de ti alianza de un pueblo
y luz de las naciones,
para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la cárcel,
de la prisión a los que habitan en tinieblas».

Salmo de hoy

Salmo 26, 1. 2. 3. 13-14 R/. El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen. R/.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R/.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 1-11

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.

María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».

Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.

Jesús dijo:
«Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».

Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.

Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Reflexión del Evangelio de hoy

El aspecto de sencillo triunfo que tenía la acogida a Jesús en Jerusalén que ayer celebramos, hoy continúa con las deferencias que con él tiene María y la acogida en casa de Marta, y de la reacción de credibilidad que produjo la resurrección de Lázaro entre los judíos; que tanto molesta a los sumos sacerdotes.
Pero esos aspectos triunfales llevan precisamente a la persecución. No sólo de él sino también de quien puede ser testigo de su credibilidad, Lázaro. Los sumos sacerdotes habían ya decidido su eliminación. Isaías, en su magnífico canto, eleva la condición de ese siervo: ha sido especialmente elegido, tomado de la mano por Dios, sobre él ha enviado Dios el espíritu, tendrá una misión liberadora…
Sí, este lunes no se entra de una manera decidida en los pasos que encaminan a la muerte, pero la amenaza se percibe. El salmo responsorial proclamará al Señor como mi luz y mi salvación. Pero ese estribillo se repite mientras se relata cómo es asaltado por los malvados. Al final del salmo, puesto que se sabe que la luz y la salvación viene de Dios, se insta a ser valiente, a tener ánimo, a esperar en el Señor…, para entrar en el país de la dicha
Vemos a Jesús a gusto en casa de sus amigos, en medio del entorno hostil que se genera contra él. Disfruta de la amistad en medio de las amenazas, se alegra del perfume, aunque recuerde que estaba pensado para su sepultura. Jesús no es un hombre para la muerte, de modo que en la muerte encuentra su ser real. Es hombre para la vida. Si la muerte le llega es porque alguien así lo quiso. Eso sí, el Padre está con él, como con el siervo de Yahvé; y su muerte no será inútil, sino liberadora, como lo es la misión de ese siervo De Yahvé.