Sáb
12
Abr
2014

Evangelio del día

Quinta semana de Cuaresma

Con ellos moraré, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo

Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel 37, 21-28

Esto dice el Señor Dios:

«Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los hará una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos.

No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitan y en los cuales pecaron. Los purificaré; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sis padres: allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre.

Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre».

Salmo de hoy

Jer 31, 10. 11-12ab. 13 R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla a las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño. R/.

Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R/.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 45-57

En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».

Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».

Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.

Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.

Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:
«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».

Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Reflexión del Evangelio de hoy

  •  “Con ellos moraré, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”

A propósito de la alianza de Dios con su pueblo y de la múltiples promesas que le hizo en el Antiguo Testamento, podemos afirmar que hay que aplicarles la escatología, el “ya, pero todavía no”. Muchas de las promesas de Yahvé empiezan a cumplirse en nuestra tierra, pero su plenitud no se dará más que al final de los tiempos. Aunque hay muchos israelitas congregados en torno a Yahvé en Israel, no vemos que se haya cumplido lo de “voy a recoger a los israelitas de las naciones, a las que marcharon; voy a congregarlos de todas partes, los voy a repatriar… caminarán según mis mandatos, guardarán y cumplirán mis preceptos”. Hay que esperar al esjaton, a lo que sucederá al final de los tiempos, y teniendo en cuenta además las profundas correcciones efectuadas por Jesús en la nueva y eterna alianza, para que se cumplan plenamente esas promesas. La escatología, el “ya, pero todavía no en plenitud” hay que aplicarla también a muchas de las enseñanzas de Jesús: Ya “estamos salvados”, “ya somos hijos de Dios”, “ya habita el Espíritu Santo en nuestros corazones”… todavía no en plenitud, que se dará al final de los tiempos, cuando “Dios sea todo en todos” y solo Él, el Amor, reine y todos los otros reyes y dioses hayan desaparecido para siempre.

  • “Aquel día decidieron darle muerte”

Este evangelio nos relata los últimos días de Jesús antes de su pasión y muerte. No podemos olvidarnos de este dato histórico. No fue Dios, su Padre, el que exigió la muerte de Jesús, el que le empujó a una muerte injusta. Tampoco fue Jesús el que se presentó voluntario a que le clavasen en la cruz… “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”. Son las autoridades religiosas, el sanedrín, quien decide matar a Jesús, a quien si le dejan seguir “todos creerán en él y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación… y aquel día decidieron darle muerte”. Jesús, que no busca la muerte, la acepta. Podía haberla evitado callándose, dejando de proclamar el evangelio del amor. Pero por amor a su Padre, que le había encomendado esta misión, y por amor a nosotros que nos quiso seguir predicando desde lo alto de la cruz el amor, que el amor es más fuerte que la muerte y que es la mejor manera de vivir la vida humana… no se volvió atrás. Y desde lo alto de la cruz, sigue confiando en su Padre que no deja que su vida de amor acabe en fracaso y al tercer día le resucitó. Y el amor venció a la muerte para siempre.