Mié
9
Abr
2014

Evangelio del día

Quinta semana de Cuaresma

La verdad os hará libres

Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel 3, 14-20. 91-92. 95

En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:

«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no teméis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?».

Sidrac, Misac y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor:
«A eso no tenemos por qué responderte. Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».

Entonces Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.

Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó, se levantó y preguntó, estupefacto, a sus consejeros:
«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?».

Le respondieron:
«Así es, majestad».

Preguntó:
«Entonces, ¿cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir daño alguno? Y el cuarto parece un ser divino».

Nabucodonosor, entonces, dijo:
«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y entregaron sus cuerpos antes que venerar y adorar a otros dioses fuera del suyo».

Salmo de hoy

Dn 3, 52a y c. 53a. 54a. 55a. 56a R/. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo y glorioso. R/.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas
los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».

Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».

Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».

Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».

Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».

Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».

Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Expusieron su vida antes que dar culto a otro dios que el suyo.

En la primera lectura de este día, el profeta Daniel nos ofrece el testimonio de fidelidad y de libertad de tres jóvenes judíos que viven en un contexto no sólo hostil a la fe que profesan sino también de persecución: el rey Nabucodonosor ha ordenado dar culto a sus dioses bajo amenaza de muerte. Sin embargo, estos jóvenes, se niegan a dar culto esos dioses y a adorar la estatua de oro que el rey ha mandado erigir y acogen con valentía el precio que implica ser fieles a sus convicciones más profundas: el martirio, la muerte violenta por causa de la fe. También nosotros podríamos preguntarnos cuáles son hoy esos cultos obligados que el entorno nos propone y qué “hornos encendidos” están constituyendo para cada uno una amenaza.

¿Dónde encontraron estos hombres la fuerza para afrontar así la muerte? Ellos mismos nos dan la respuesta:”El Dios a quien damos culto puede librarnos del horno encendido, y nos librará de tus manos, oh rey.”En estas palabras podemos descubrir la experiencia de quienes, más allá de cualquier amenaza humana, viven de esa confianza que también vivió el apóstol Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Dios? “Porque ni la muerte ni la vida, ni lo presente ni lo futuro, ni otra criatura alguna” nos podrá separar del amor que Dios nos tiene. Es en el fondo la confianza en la Vida como horizonte último del ser humano. Vida que es fruto del amor de Dios, que no nos va a abandonar nunca, como no les abandonó a estos tres jóvenes. El mismo Rey lo reconocerá: “¿No eran tres los hombres que hemos echado atados al horno encendido? Pues yo veo cuatro hombres paseando entre las llamas sin quemarse. Y el cuarto parece un ángel”

Ojalá esta confianza pueda ayudarnos a vivir todas aquellas situaciones que de una u otra manera en estos momentos sentimos como amenazantes y que con frecuencia nos paralizan o nos impiden vivir con libertad y alegría.

  • Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres

“Si os mantenéis en mi palabra seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” Así comienza el Evangelio de este miércoles de la quinta semana de cuaresma. Dichas por Jesús, en este tiempo de Cuaresma, de camino hacia Jerusalén, estas palabras cobran especial fuerza. Él es el hombre verdadero, el que llega hasta el final en la entrega por amor, en fidelidad al proyecto del Padre y nuestro camino de seguimiento es un deseo de encontrarnos con Él, de poner nuestros ojos en los suyos para encontrarnos con su mirada, para dejar que Él nos vaya enamorando. La palabra meditada, rumiada, contemplada día a día, nos va permitiendo descubrir que ciertamente en Él está esa Verdad que buscamos. “¿Qué es la verdad?” le preguntará Pilato a Jesús; es la misma pregunta que el otro día hacía yo a un grupo de adolescentes. Más que intentar encontrar una definición teórica, hay rasgos que encontramos en las personas que consideramos verdaderas: autenticidad de vida, coherencia, convicción, alegría en las dificultades, paz y libertad interior…. Vivir en la verdad es en el fondo haber descubierto la sabiduría de la vida, lo que es lo fundamental, lo que nos centra. Y sí, ciertamente las personas verdaderas son libres porque en el fondo lo que nos quita libertad es el miedo: miedo a perder imagen, prestigio, salud, amigos, bienestar; miedo en definitiva a la muerte. Con frecuencia vivimos, vivo, todas estas pérdidas como amenazas. Decía un periodista guatemalteco: “No estamos amenazados de muerte, estamos amenazados de Vida”. Si pudiéramos mirar las situaciones desde esta perspectiva, viviríamos con más libertad, más desapegados de nuestro yo, daríamos menos importancia a eso que llamamos “perder” , pero que en el Evangelio resulta que es “ganar”. Me imagino que estas cosas ya las hemos pensado muchas veces, que somos conscientes de ellas, pero ¡qué difícil es el camino a la libertad! Por eso hoy, quizás me quedo especialmente con esta parte del Evangelio en la que se nos dice “Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres”. La verdad que es un consuelo y una esperanza saber que Él es el que puede hacernos libres; así que a pedírselo, a ponernos detrás de Él, a ver si, como a los discípulos, nos va enseñando. Y desde luego a ellos les costó bastante aprender.