Dom
5
Abr
2009

Homilía Domingo de Ramos

Año litúrgico 2008 - 2009 - (Ciclo B)

Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Entrada gloriosa en Jerusalén

Entrada gloriosa por la acogida que la “muchedumbre” le dispensa. No todos entienden esa manifestación del pueblo los personajes importante de la religión judía la censuran y censuran que Jesús la permita. No toleran proclamación de Jesús como hijo de David.

Nosotros celebramos esa entrada con nuestros ramos. Sabemos que Jesús entra al lugar de su suplicio; pero queremos iniciar la semana santa recordando y celebrando que la gente sencilla, antes de ser presionada por las autoridades judías, estaba de parte de Jesús, veía en él alguien que les recordaba a su rey por excelencia, David: “Hosanna al hijo de David”, proclaman.

¿Por qué cambiaron sus ideas y su actitud ante Cristo? Quizás porque el que pierde en el enfrentamiento, pierde también su posición en él: nadie se quiere poner de parte del perdedor, nadie quiere apostar por él. Cuando ve la muchedumbre que las autoridades judías se van a imponer en su deseo de acabar con Jesús, se pasan al bando del vencedor. Algo frecuente en la historia humana. Dios, por el contrario, no se sube al carro del vencedor, está más bien con el que pierde. Por eso el Dios de Jesús no es el de la victoria, sino el de la paz, y en caso de guerra de quien la pierde y sufre. La Liturgia, no se queda con los momentos de gloria de Jesús, tampoco le olvida porque fracase, por ello en el mismo domingo de la entrada triunfal nos presenta el relato de su “derrota”, de su pasión.

  • La pasión según san Marcos.

El evangelio de este domingo es el relato de la pasión de Jesús según el evangelista Marcos. Es quizás el primer relato de la pasión que ha llegado a nosotros. Es el relato evangélico en el que aparece con más crudeza la pasión y muerte de Jesús. El relato en el que a su “agonía” en la oración del Huerto, a su tortura que aparece en todos los evangelistas, se une el “abandono” de Dios, “Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado”.  En el que nadie aparece estar de su parte, ni el buen ladrón, ni las mujeres de Jerusalén ni la mujer de Pilatos...Sólo, tras la muerte, se relata la confesión del soldado y a unas mujeres que “miraban desde lejos”.

  • Personajes de la Pasión

En el relato de la Pasión de Cristo muchas son las actitudes de distintas personas que aparecen: Unos le buscan matarlo, hay  traidores, otros se duermen en medio de la angustia de Jesús, está quien se envalentona y le jura fidelidad y usa la espada contra quienes vienen a prender a Jesús; pero no ha sido capaz de velar con él, y  esa misma noche lo niega tres veces. Está quien, en gesto profética, derrama perfume sobre su cabeza y sus pies en un loco acto de amor, mientras que “hipócritas preocupados de los pobres” condenan este acto. Aparecen los que ni le toman en serio y le escarnecen y se burlan de él; los que al verle derrotado en la cruz  se mofan al indicarle que realice a favor suyo aquellos signos sorprendentes que realizó a favor de otros.

  • Nosotros ante ese relato.

Ante todo hemos de ser conscientes de la intensidad del dolor de Jesús, en modo alguno debilitado por su condición divina. Por el contrario, la pasión de Jesús muestra a un Dios que sufre lo indecible. Pero además hemos de preocuparnos si nos vemos reflejados en la conducta de todos esos que intervienen en su pasión. Si en nosotros, hay traiciones, sueño ante el dolor ajeno, burla del que no es nada, escarnio del perdedor, distancias respecto al injustamente condenado, huida de cualquier compromiso de dar la cara por Jesús...etc.

  • Lo misterioso y profundamente humano de la Pasión de Jesús, de toda pasión.

La Pasión de Cristo es un inmenso misterio de confianza, de entrega, de amor. Sobre todo de amor. En ella cada gesto parece indiscutiblemente humano. Y sin embargo, todos están profundamente teñidos de misterio, de profecías cumplidas, de algo que va mucho más allá de lo que podemos comprender, y que sobredimensiona cada acontecimiento...: de la presencia amorosa del Padre, aún cuando a simple vista parece ausente.

Hoy también la Pasión (revivida en tantos rostros, en tantos nombres) es un misterio que conjuga algo tan humano como el dolor,  con lo divino que se insinúa en él. Hoy estamos llamados a descubrir a Dios presente en medio de tanto dolor que no comprendemos: cómo el dolor puede tener algo que ver con Dios o cómo puede ser por Él permitido... Hoy también somos llamados a confiar casi a ciegas, a esperar contra toda esperanza, a entregarnos a la voluntad del Padre... y, sobre todo, a amar. Sólo desde el amor se aclara el misterio del dolor.