Vie
27
Mar
2009

Evangelio del día

Cuarta Semana de Cuaresma

Yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría 2, 1a. 12-22

Se decían los impíos, razonando equivocadamente:

«Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso:
se opone a nuestro modo de actuar,
nos reprocha las faltas contra la ley
y nos reprende contra la educación recibida;
presume de conocer a Dios
y se llama a sí mismo hijo de Dios.

Es un reproche contra nuestros criterios,
su sola presencia nos resulta insoportable.

Lleva una vida distinta de todos los demás
y va por caminos diferentes.

Nos considera moneda falsa
y nos esquiva como a impuros.

Proclama dichoso el destino de los justos,
y presume de tener por padre a Dios.

Veamos si es verdad Jo que dice,
comprobando cómo es su muerte.

Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará
y lo librará de las manos de sus enemigos.

Lo someteremos a ultrajes y torturas,
para conocer su temple y comprobar su resistencia.

Lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues, según dice, Dios lo salvará».

Así discurren, pero se equivocan,
pues los ciega su maldad.

Desconocen los misterios de Dios,
no esperan el premio de la santidad,
ni creen en la recompensa de una vida intachable.

Salmo de hoy

Salmo 33, 17-18. 19-20. 21 y 23 R/. El Señor está cerca de los atribulados

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R/.

Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30

En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.

Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:
«¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».

Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:
«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado».

Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Reflexión del Evangelio de hoy

El libro de la Sabiduría, del que se ha tomado la Primera Lectura, se escribió en Egipto, en Alejandría, donde existía una vasta colonia judía que, espiritualmente hablando, se encontraba con problemas. Problemas que no son ajenos a nuestros días, cuando vienen tantos emigrantes al primer mundo, expatriados, y buscan cómo vivir su fe y costumbres tradicionales en un mundo distinto, a veces, culturalmente hostil. Los judíos se plantearon el mismo problema: cómo vivir su fe bíblica, tradicional, familiar, en un mundo totalmente distinto al suyo, cuyas costumbres no sólo no favorecían aquella vida tradicional sino la hacían difícil y casi imposible.
En el Evangelio se nota la cercanía del final. Dentro de dos semanas exactamente, celebraremos Viernes Santo. Algunas de las frases que hemos escuchado hoy las volveremos a escuchar aquel día. Y Jesús lo sabía. Por eso, “recorría la Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo”.  

  • El justo y el impío

El “justo” del libro de la Sabiduría es, de entrada, una figura típica, que se puede referir a grupos fieles de israelitas o a personas fieles particulares. Históricamente se refiere a los judíos fieles que viven en Alejandría y tienen que soportar contrariedades y persecuciones de todo tipo por parte de otros judíos desertores y desleales. Aunque no hace referencia directa a Jesús, a su pasión y a su muerte, la tradición cristiana e incluso el Nuevo Testamento han visto reflejada en esta figura la persona de Jesús, su pasión y muerte.

El impío, los impíos, son los que, renegando de las enseñanzas recibidas, se ceban con astucia y mofas satíricas del justo. Son los que llevan la voz cantante en contra del justo, a quien juzgan, condenan y buscan dar muerte, quizá porque, en el fondo, se sienten juzgados por él, por su conducta, por sus creencias, por su fidelidad.  Como muchas veces en la vida, da la impresión de que son éstos los que triunfan, hasta que al final se haga justicia, al quedar patente la bondad del justo perseguido y muerto y, en particular, el juicio emitido por el autor del Libro que habla en nombre de Dios.

  • “Si es el hijo de Dios…”  “Si eres  el Hijo de Dios”

“El justo declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo del Señor… Se gloría de tener por padre a Dios… Si es justo, hijo de Dios, él lo librará y lo auxiliará”.  Se ve que el autor se inspira en el Siervo de Yahvé para componer la figura del “justo”, en manos de los impíos. Es cierto que lo que se dice del justo es la opinión de los impíos, pero no podemos menos de recordar el gran parecido con lo que se dijo del mismo Jesús en su pasión y muerte, con la misma ironía y desprecio (Mt 27,43).

Todo parece una descripción adelantada de lo que va a suceder litúrgicamente dentro de dos semanas. Tanto el texto evangélico como el del libro de la Sabiduría van señalando detalles que, al final, sólo aplicaremos a Jesús en su próxima pasión y muerte. Al pie de la cruz se repetirán esas mismas palabras: “Si eres hijo de Dios…” (Mt 27,40). Y, en el Evangelio, se le va viendo a Jesús más acorralado. La conspiración crece en torno a él y él se da cuenta. El desenlace está muy cerca. Jesús no lo oculta. Parece claro que, como en el caso del “justo”, Jesús provoca por su conducta, por sus palabras, por sus milagros y signos, por su persona. Y eso tampoco se perdona. Lo seguiremos viendo en los próximos días.

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
(1938-2018)