Sáb
30
May
2009

Evangelio del día

Séptima Semana de Pascua

Tú sígueme

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 28, 16-20. 30-31

Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con el soldado que lo vigilaba.
Tres días después, convocó a los judíos principales y, cuando se reunieron, les dijo:
«Yo, hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres, fui entregado en Jerusalén como prisionero en manos de los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, me vi obligado a apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo, pues, os he llamado para veros y hablar con vosotros; pues por causa de la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas».
Permaneció allí un bienio completo en una casa alquilada, recibiendo a todos los que acudían a verlo, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.

Salmo de hoy

Salmo 10, 4. 5 y 7 R/. Los buenos verán tu rostro, Señor

El Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres. R/.

El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 20-25

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús:
«Señor, y éste, ¿qué?»
Jesús le contesta:
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»
Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo podría contener los libros que habría que escribir.

Reflexión del Evangelio de hoy

Las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre cómo vivimos el seguimiento de Jesús. El Evangelio nos muestra a un Pedro que está más preocupado, o mejor dicho, ocupado, en qué se le está pidiendo a Juan, que a él mismo. Al tiempo que, la lectura de los Hechos nos muestra a un Pablo que predicó el reino de Dios sin estorbo por parte de nadie. Y es que, a veces, estamos demasiado pendientes de cómo viven la fe nuestros hermanos, y sobre todo, de esos hermanos con los que menos nos identificamos, que de nuestro propio seguimiento de Jesús.
Cuando Jesús nos llama a seguirle nos está proponiendo un proyecto: el reino de Dios. Ahora bien, ¿dónde y cómo podemos los hombres y mujeres encontrarnos con Dios Padre Madre? Cada cual ha de hacer una reflexión personal de dónde y cómo quiere vivir el seguimiento de Jesús, porque él tiene un sueño para cada uno de nosotros/as, y es posible que, como en el Evangelio de hoy, no coincida con el de nuestro hermano/a, produciéndonos esta circunstancia, como a Pedro, unas emociones contradictorias.
¿Hacer realidad el reino de Dios sólo tiene un camino para todos y cada uno de nosotros/as? Rotundamente y en cuanto a la espiritualidad, sí. Jesús nos invita a vivir como él lo hizo: aliviando el sufrimiento de la gente, encontrándose con los excluidos, abogando por una vida digna y feliz para todos los seres humanos y predicando la justicia y la paz para poder vivir con la ilusión y alegría.
Pero hacer realidad el reino de Dios requiere de muchos brazos, muchas mentes pensantes y multitud de trabajadores. Requiere que estemos atentos a lo que Dios nos pide a cada uno/a y a que dejemos volar la imaginación y la creatividad. No está todo inventado, si así fuera en la Iglesia no existirían los diversos carismas, los diferentes acentos espirituales y sería una institución homogénea y homogeneizadora. Y, sin embargo y aunque el anuncio del reino tiene esa base común de anunciar el reino aliviando el sufrimiento y el dolor, la Iglesia cuenta con diversos dones puestos al servicio de los que más sufren. “¿Y a ti qué?” Nos pregunta Jesús, “Tú sígueme”. Cada cuál es libre de vivir su fe de la manera que crea más coherente con sus talentos. No todos/as estamos llamados al mismo modo de servicio.
Nos preguntamos hoy a la luz de las lecturas: ¿Están todos los caminos explorados? ¿Existen nuevos retos en la predicación? ¿podemos encontrar nuevos caminos, sueños e ilusiones? ¿o ya estamos estancados en una forma y manera de predicar?
Reflexionemos hoy sobre nuestro propio seguimiento de Jesús.