Evangelio del día
Tercera Semana de Pascua

Del día 4 al 10 de Mayo de 2014

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén

Introducción a la semana

El domingo que abre esta semana pascual viene llamándose ‘el de las apariciones’, pues en los tres ciclos la página evangélica nos muestra al Señor resucitado con los suyos, y en una comida compartida; no es de extrañar que las comunidades cristianas vean una alusión a la mesa abierta que es la eucaristía, ‘donde comemos y bebemos el pan y el vino de la vida’ como reza un himno de la Liturgia de las Horas.

Las lecturas de este tercer domingo pascual pivotan entre el valiente discurso de Pedro a la gente, aunque recortado en cuatro versículos, apretado resumen del contenido de la predicación apostólica, y un fragmento de la primera Carta de Juan donde pone en evidencia la contradicción entre afirmar que se conoce a Dios y no se guarda su Palabra. Buena oferta de ánimo para perder el miedo a vivir lo que decimos creer.

Las primeras lecturas de los tres días de la semana nos presentan a Esteban, mártir en el sentido más pleno de la expresión, que nos deja el admirable encargo de creer en el Dios que ha enviado a Cristo Jesús. En los restantes días, asistimos a episodios tan señeros como el de Felipe o el impresionante relato de la conversión de quien otrora se ensañaba con la Iglesia, Saulo de Tarso.

Los fragmentos evangélicos tienen el hilo conductor del profundo discurso del Pan de la Vida, que en el relato de Juan se apoya en la multiplicación de los panes y los peces. Ocasión para acoger en nuestro corazón a quien se nos da como alimento y mejor razón de vivir.

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