Sáb
3
May
2014

Evangelio del día

Segunda Semana de Pascua

Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 1-8

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano.

Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.

Salmo de hoy

Salmo 18, 2-3. 4-5 R. A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón,
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 6-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:
«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».
«Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre" ? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Os recuerdo el Evangelio que os proclamé”

En la fiesta de los apóstoles San Felipe y Santiago, San Pablo, en la primera lectura, nos recuerda el núcleo central que todo apóstol y todo cristiano de cualquier tiempo debe predicar y vivir. Núcleo que está encerrado en el Evangelio, cuyo protagonista principal es Cristo Jesús, su vida, muerte y resurrección. Cualquiera de nosotros, sus seguidores, debemos vivir, si no los detalles de su vida: judío, carpintero, del siglo primero, hijo de María y de José… sí las actitudes centrales que presidieron su existencia, sus actitudes ante Dios, ante los demás, ante el dinero, ante los poderosos, ante los pobres, ante los pecadores, ante la muerte… Debemos vivir y entregar nuestra vida por la misma causa que él, desgastar nuestra vida por el mismo motivo que él: difundir su evangelio, la buena noticia para toda la humanidad. A la inmensa mayoría de nosotros no nos tocará morir en una cruz, como a casi todos los primeros apóstoles, pero ojalá que nuestras “cruces”, nuestros desvelos, nuestras alegrías y dolores tengan siempre el mismo origen que en él: predicar y vivir su evangelio. Es la única manera para que, después de nuestra muerte, nos suceda lo mismo que a Jesús: que nuestro Padre Dios nos devuelva a la vida, pero a la vida de eterna felicidad. Como les sucedió a los apóstoles Felipe y Santiago.

  • “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”

Todo parece indicar que Jesús habló muchas veces a sus apóstoles de su Padre Dios. Seguro que les habló con emoción tratándoles de contagiar de esa misma emoción, porque era también el Padre de todos los hombres, con un corazón muy grande, que amaba a todos sus hijos como hacen los buenos padres, que hace salir el sol y desata la lluvia sobre buenos y malos. Posiblemente, Felipe estaría un poco cansado de oír a Jesús hablar tantas veces de su Padre. Por eso, le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. Jesús en la respuesta a Felipe, da un paso de gigante respecto a sus enseñanzas anteriores, ahora se iguala a su Padre Dios: “Hace tanto tiempo que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Las consecuencias de esta revelación son claras. Jesús, el cercano, el humano, nos ha puesto en bandeja conocer y saber quién es Dios y cómo es Dios, en sus rasgos principales, aunque Dios siga siendo inabarcable para nosotros, por algo es Dios. Los gestos de Jesús, son los gestos de Dios, las actitudes de Jesús son actitudes de Dios, las palabras de Jesús no son las de un científico, un filósofo, un escritor… son las palabras de Dios, las promesas de Jesús son las promesas que nos hace Dios. Tenemos que estar muy agradecidos a Jesús, que nos ha revelado el verdadero rostro de Dios.