Jue
15
May
2014

Evangelio del día

Cuarta Semana de Pascua

Hermano, si quieres exhortar al pueblo, habla…

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 13-25

Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Juan los dejó y se volvió a Jerusalén; ellos, en cambio, continuaron y desde Perge llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a unos que les dijeran:
«Hermanos, si tenéis una palabra de exhortación para el pueblo, hablad».
Pablo se puso en pie y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo:
«Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; unos cuarenta años “los cuidó en el desierto”, “aniquiló siete naciones en la tierra de Canaán y les dio en herencia” su territorio; todo ello en el espacio de unos cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. Después pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años. Lo depuso y les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David”, hijo de Jesé, “hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”.
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”».

Salmo de hoy

Salmo 88, 2-3. 21-22. 25 y 27 R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijieste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R/.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 16-20

Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Hermano, si quieres exhortar al pueblo, habla…

En este pequeño extracto de los Hechos de los Apóstoles, nos encontramos ante la vivencia de la itinerancia y predicación de los apóstoles a favor de las Iglesias, entre ellos, Pablo.

La riqueza de la predicación es alimentada con el recuerdo de las hazañas que Dios hizo a favor del pueblo de Israel, evocando la marcha desde Egipto a la tierra prometida y de la novedad de la vida evangélica testimoniada por la primera comunidad cristiana, pero también abiertos al riesgo de un futuro que se abre a la acción del Espíritu Santo.

A través de todo el relato lo que sobresale es este deseo de Dios de dar al pueblo de Israel un salvador, Jesús. Esto es lo más importante, Jesús, Salvador para Israel. Pero al rechazarle, Dios se valió de la predicación de Pablo para abrir la salvación a los pueblos gentiles.

En esta Pascua, se nos invita a avivar nuestra fe en Jesús, Salvador de nuestra historia personal y comunitaria, abriendo nuestro espíritu con gratitud a Dios, Padre misericordioso, por el gran amor que derrochó en nosotros y en toda la humanidad. Al igual que Pablo es invitado a hablar a la comunidad del pueblo creyente, así nosotros hemos de estar abiertos a contar todas las maravillas que el Espíritu ha hecho en nuestra vida, testimoniando en nuestros quehaceres diarios a Jesús vivo y verdadero.

  • El criado no es más que su amo…

Ante este texto evangélico de San Juan, Jesús nos invita en esta Pascua a volver la mirada a la tarde de Jueves Santo, aunque ahora lo hacemos desde la celebración festiva de la Pascua.

Después del abajamiento de Jesús en el lavatorio de los pies, se dirige a los discípulos, a los que Él había elegido, con los que vivía, compartía su vida y celebró la fiesta de Pascua. Así, se nos invita a recordar y hacer vida el hecho de la dignidad que como cristianos compartimos con Jesús; de esta manera en esta Pascua nos toca reconocer la dignidad de ser hijos en el Hijo. Así mismo el texto del evangelio hace hincapié en la igualdad que supone ser hermano de mis hermanos no queriendo ser más que…, sino igual que… Esta igualdad vivida desde el discipulado del Maestro, nos anima a vivir desde la gratuidad de ser hermano que se sabe frágil en su debilidad, por ello el verdadero hermano no se escandaliza de la fragilidad de sus hermanos; por ello sabe recibir y acoger al hermano, sabiendo que Cristo ocupa el centro de la vida y la comunidad.