Dom
7
Mar
2010

Homilía Tercer Domingo de Cuaresma

Año litúrgico 2009 - 2010 - (Ciclo C)

Conviértete y cree en el Evangelio.

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Cambio inmediato y profundo

Juan el Bautista y Jesús exhortan desde el principio con su predicación, a caminar en actitud de conversión: Dios siempre ofrece oportunidades para buscar el Bien y orientar personalmente la vida hacia su principio y fin último. Cambio radical que hemos de realizar libremente ante la presencia del Reino de Dios anunciado por Jesucristo.

No se trata de atemorizar a nadie, ni quitar la paz interior de la conciencia, sino todo lo contrario: Es hora de despertar del sueño, para vivir en plenitud la Luz que ilumina las tinieblas de la mente y del corazón. Se trata de reconocer con más claridad el tiempo maravilloso de la gracia, del amor, del perdón, de la reconciliación que gratuitamente se ofrece.

Es tiempo de gracia, tiempo teológico de salvación, encerrado en el día presente, en las acciones individuales, con un antes y un después salvadores. Son oportunidades continuas y sucesivas, orientadas en doble dirección:

a.- Vertical: Aceptando la presencia de Dios en la propia vida, como Señor y dador de todo bien, Amor increado que derrama bondad sobre las criaturas, que por su propia naturaleza sintonizan y cooperan felizmente a la consecución de sus objetivos innatos.

b.-  Horizontal: Asumiendo los valores fundamentales del Reino, (en cuanto hijos de Dios) redimidos por Jesucristo, hermanos unidos en sintonía armoniosa para alcanzar el mismo fin y felicidad personalizada. Amor, justicia, veracidad, perdón, fraternidad, solidaridad…

  • Ayudados por el Espíritu.

Cualquier obra humana que tenga repercusiones trascendentes tiene que estar “animada” por el mismo Espíritu Señor y dador de vida. Somos frágiles y limitados, pecadores y redimidos, en camino de salvación al que unimos nuestras fuerzas, allí hasta dónde alcancen.

Vivamos conscientes de que solos no podremos hacer nada, pero con la ayuda de Dios, todo lo que Él quiera encomendarnos. Nos corresponde mantener una escucha atenta para responder con fidelidad en el instante oportuno;  será la forma eficaz de superar los obstáculos. Será la fuerza de su Amor quien moverá la piedra del sepulcro… inesperadamente y nos conceda una renovada decisión hacia la fidelidad, a pesar de las oscuridades, aparentes fracasos, abandonos o limitaciones, siendo conscientes de no ser probados más allá de nuestras fuerzas.

  • Claves de salvación.

La salvación procede del infinito amor misericordioso de Dios, eficaz desde antes de la creación del mundo, concedido a la naturaleza humana al hacerle partícipe de su propia naturaleza divina.

No serán los méritos propios quienes alcancen la bondad divina, para realizar obras liberadoras, aunque sí sea necesaria su presencia y mediación. No estamos ante la imposición de un código alienante sino el compromiso con la humanidad, que pide al creyente ser fermento (revulsivo) de transformación de la misma naturaleza creada: Luz que ilumina el camino, amor que genera vida.

Cada cristiano se convierte así en conductor (como Moisés por el desierto) de sus hermanos, ayuda del hombre al hombre, al vecino o deficiente, al diferente…

a.- Ayuda eficiente hacia quien sufre hambre, sed, soledad, dependencias…

b.- Compromiso existencial, dinamismo creativo y fecundo de tipo humanitario

c.- Como si todo dependiera del quehacer generoso, silencioso, desprendido, cualificado.

  • Los resultados.

Los modos, tiempos, calidad y abundancia de los frutos mesiánicos quedan fuera de nuestro sistema de pesas y medidas. Cuidado con las iras, afanes de justicia, rapidez en el desarrollo, eficacia en los medios evangelizadores: Dios paciente y misericordioso permanece fiel, y es conocedor de sus insondables designios creadores-bienhechores para cuanto ha creado.

a.- La Iglesia asume la misión reconciliadora del hombre con Dios, con los demás hombres y con la creación;  descubre, después, que el pecado es la causa radical de toda laceración humana o hacia Dios, y termina señalando algunos medios para promover la conversión reconciliadora.

b.- Es preciso aceptar que en la vida familiar, en la comunidad civil y en las estructuras sociales existe una fractura, como fruto del pecado. Quien sea capaz de reconocer que puede existir desorden en su vida podrá rectificar cuando llegue el caso, y comportarse de otra manera. Desde allí promoverá la reconciliación en cada una de sus variantes: con Dios, consigo mismo, con los hermanos, con toda la creación.

c.- El cristiano no condenará a nadie: ni a sí mismo. La confianza en Dios clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia, que colma de gracia y de ternura, le llevará a descubrir el camino de la conversión; al mismo tiempo desarrollará acciones propias de su corazón contrito y humillado.

  • Para reflexionar:

    a.- Perdón, sí; conversión, también. Justicia, sí; reconciliación también: Son actitudes y compromisos reales, a la luz del evangelio de hoy, en aras de la paz y convivencia.

    b.- En la conversión personal ¿procuramos integrar el “mal” que nos llega impuesto desde agentes externos: enfermedades, tormentas, terremotos…?

    c.- Positivamente: ¿de qué manera fomentamos el cambio interior para construir nuevas relaciones sociales, laborales, políticas…?

    d.- En la pequeña comunidad: ¿cultivamos estrategias válidas para aunar la oración con la acogida-aceptación de tan variados elementos?