Vie
24
Dic
2010

Homilía Natividad del Señor. Misa de medianoche

Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros.

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

1.En la encarnación Dios se revela como Amor que está viniendo a favor nuestro. Lo que tuvo lugar de forma inaudita en el nacimiento de Jesús, proporcionalmente tiene lugar en la vida de todos los seres humanos. Más íntimo a nosotros que nosotros mismos nos fundamenta ese Alguien que continuamente nos habla en el sagrario de nuestra conciencia sugiriéndonos crecer en el amor, “llevando una vida honrada”. Navidad es el tiempo para gustar esa presencia de quien se revela como Amor “para formar un pueblo dedicado a las buenas obras” (2ª lectura).

2. Otra forma de presentar el gozo de la Navidad es el contraste de luz y tinieblas. Luz es el símbolo de la vida de la felicidad y la fiesta. Tinieblas en cambio es símbolo de muerte, caos, fracaso. El cuarto evangelio confiesa que Jesús es la luz y quien le sigue no anda ya en tinieblas. Los primeros cristianos son muy conscientes de que pueden caminar como hijos de la luz gracias a la fe o encuentro personal con Jesucristo; por eso a quienes recibían el bautismo llamaban “neófitos”, nuevos iluminados. En esa mentalidad bíblica el profeta Isaías trata de animar la esperanza de quienes se ven derrotados: “el pueblo que caminaba en las tinieblas vio una luz grande”. Según el evangelio, los pastores que guardaban de noche a sus rebaños se vieron sorprendidos por una claridad. Nosotros también andamos en la noche, a veces sin saber por dónde tirar, la oscuridad nos envuelve y no vemos salida. Celebremos el nacimiento de Jesucristo dejando que nos transforme la luz que inundó a los pastores de Belén.

3.“Sucedió por aquellos días”. El nacimiento de Jesús una especie de representación teatral hecha por una divinidad que se ha manifestado con apariencias humanas. Fue un acontecimiento real en nuestra historia y en nuestra geografia. Dentro de una situación política cuando un emperador romano llamado Augusto decretó un censo . En una sociedad de cultura rural donde los pastores cuidaban el ganado de los amos. Este realismo de la encarnación es la novedad singular de la fe cristiana: Jesucristo no es una divinidad que se ha puesto piel humana para disimular su condición divina, ni un micrófono de la divinidad que permanece impasible detrás de las nubes. Lo inaudito es que Dios mismo asume nuestra condición humana, desde ahora y para siempre divinidad y humanidad van inseparablemente unidas. Jesús dirá con toda propiedad: “Quien me ve a mí ve al Padre”. No es que veamos a un hombre y pensemos en Dios. Sólo en la conducta humana de Jesús percibimos cómo es y cómo actúa el Padre. Lugar también se hace presente y activo el verdadero Espíritu. En la celebración de la Navidad nos alegraos porque ya nunca estamos solos; Dios mismo nos acompaña en nuestro camino. Se humaniza para que la humanidad alcanzada y transformada por ese amor llegue a la plenitud de la vida. Es la novedad que nos ha liberado “a cuantos por temor a la muerte estábamos sometidos a la esclavitud” (Hb 2,15).

4. María y José como dos emigrantes, los pastores que era una profesión despreciada e impura, el establo y el pesebre sugieren otro aspecto importante. La Navidad evoca la ternura de Dios que se manifiesta en la compasión y su poder que se revela en quienes se abren confiadamente a su presencia.

5. “Es el Salvador, Cristo Señor". Dios mismo hecho hombre, asumiendo nuestra condición humana y dando satisfacción a nuestros profundos anhelos de inmortalidad e infinitud. Es lo más inaudito, lo más peculiar y novedoso de Cristianismo. Desde que Dios mismo se hace hombre, todo lo humano entra en una dimensión divina y a los que vivimos este acontecimiento con esa mirada de la fe cristiana, nada humano será indiferente o ajeno.

6.”Aquí tenéis la señal: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. El Mesías y Salvador es encontrado y reconocido en las más humildes y bajas condiciones humanas que no cuadran con la imagen de la divinidad fabricada por nosotros. La omnipotencia de Dios se revela como misericordia, cómo amor que se hace cargo y carga con nuestra miseria. Su gloria incluye la paz entre los seres humanos, que todos puedan gozar de su dignidad como personas. Dios se manifiesta en nuestra historia y en sus procesos; su presencia en los templos y el culto litúrgico pierden su verdad cuando se interpretan y se realizan al margen de esa historia humana con sus gozos y tristezas. Y Dios se hace presente y se manifiesta en una familia emigrante que no tienen para pagar una pensión, y en un establo; en lo más pobre y desamparado. Cuando los cristianos y otros de buena voluntad tejen su vida con esta perspectiva se anuncia la buena nueva: “Os ha nacido un Salvador que es Dios con nosotros”