Vie
24
Dic
2010

Homilía Natividad del Señor. Misa de medianoche

Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros.

Introducción

Tomás De Aquino dice que la religión cristiana consiste en la encarnación. Es la clave decisiva para conocer cómo es Dios y la vocación del ser humano. En la conducta histórica de Jesucristo se ha hecho visible la “filantropía”, la benevolencia de Dios a favor de todos. Y en esa conducta se abrió definitivamente un camino de salvación o plena realización para la humanidad y para la creación entera. Domingo de Guzmán, abrazo al Crucifijo, vivió con intensidad estas dos dimensiones inseparables en la encarnación. Hablando con Dios experimentó su entrañable misericordia, y movido a compasión fue testigo creíble del evangelio.

Siguiendo el pensamiento patrístico, decía la teología tradicional: “la humanidad asumida por el Verbo nunca será abandonada• Y el Vaticano II ha concretado: “en la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo ser humano” Bien podemos hablar, siguiendo a nuestro hermano Dominico D. Chenu, de “encarnación continuada”.

Con esta visión en la Navidad celebramos la ternura del Padre que con sus dos brazos, el Hijo y el Espíritu, origina, envuelve a nuestra humanidad y el dinamismo de la creación. Siguiendo nuestra más genuina tradición. Los dominicos hoy debemos dilatar nuestras pupilas para descubrir esa “advertencia amorosa” de Dios en la evolución de nuestro tiempo y para ser “predicadores de la gracia.