Vie
23
Mar
2012

Evangelio del día

Cuarta semana de Cuaresma

Yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría 2, 1a. 12-22

Se decían los impíos, razonando equivocadamente:

«Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso:
se opone a nuestro modo de actuar,
nos reprocha las faltas contra la ley
y nos reprende contra la educación recibida;
presume de conocer a Dios
y se llama a sí mismo hijo de Dios.

Es un reproche contra nuestros criterios,
su sola presencia nos resulta insoportable.

Lleva una vida distinta de todos los demás
y va por caminos diferentes.

Nos considera moneda falsa
y nos esquiva como a impuros.

Proclama dichoso el destino de los justos,
y presume de tener por padre a Dios.

Veamos si es verdad Jo que dice,
comprobando cómo es su muerte.

Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará
y lo librará de las manos de sus enemigos.

Lo someteremos a ultrajes y torturas,
para conocer su temple y comprobar su resistencia.

Lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues, según dice, Dios lo salvará».

Así discurren, pero se equivocan,
pues los ciega su maldad.

Desconocen los misterios de Dios,
no esperan el premio de la santidad,
ni creen en la recompensa de una vida intachable.

Salmo de hoy

Salmo 33, 17-18. 19-20. 21 y 23 R/. El Señor está cerca de los atribulados

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R/.

Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30

En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.

Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:
«¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».

Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:
«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado».

Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Reflexión del Evangelio de hoy

Durante esta cuaresma, como en todas, las lecturas nos animan a acompañar el camino de Jesús hacia la Pascua, es decir, a recorrer sus pasos. Pero no solo con las lecturas sino con toda nuestra vida.

Hoy nos encontramos con un Jesús que nos resulta firme, decidido, asertivo, claro. Todo un ejemplo de personalidad, de fortaleza, de experiencia profunda de su propia identidad: “yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado”.

Si hoy preguntáramos por qué murió Jesús, quizá encontraríamos multitud de respuestas: porque era el Mesías, por voluntad de Dios, era su destino, por salvarnos del pecado… y quizá algunas personas menos doctas en materia religiosa pero conocedores de la historia podrían opinar que no murió, lo mataron. Efectivamente, lo mataron porque molestaba, porque cuestionaba, porque era claro, porque sabía lo que Dios quería en su vida, porque tenía una personalidad tan bien definida que no pudo esquivar la coherencia, pese a que tampoco de manera masoquista buscara la muerte. Porque se cumplió lo que desde antiguo vaticinaban para el justo, como bien nos recuerda la primera lectura. Llamarnos cristianas y cristianos es saber que nuestra vida exige una coherencia con el proyecto que Dios Padre-Madre tiene para nuestras vidas.

Pero quizá podamos dar un paso más. No nos resulta extraño acercarnos a la figura de Jesús desde la admiración de quien quiere seguir sus pasos. Sin embargo, a veces nos convertimos en personas que asesinamos a quien vive justamente; en personas justicieras, que no justas; en personas que se sienten cuestionadas y arremeten por miedo contra aquello que cuestiona nuestra estabilidad ideológica, social, económica o eclesial. No solo se nos llama a vivir una vida en clave de Justicia, a promover esta Justicia en nuestro mundo, sino que, y en tiempo de Cuaresma de una manera más intensa, a convertirnos hacia la Justicia, a desechar las injusticias de las que nos hemos hecho cómplices.

En esta clave, podemos sacar del evangelio tres maneras de mirar la alteridad del “tú”: Rechazando a la persona diferente; cuestionando constantemente de qué lado situarnos, ¿dónde podemos encontrar rastros del Mesías en nuestro mundo de hoy?; o con apertura, acogiendo, dejándose enseñar.

Y tú, ¿cómo miras?