Sáb
2
May
2009

Evangelio del día

Tercera Semana de Pascua

Tú tienes palabras de Vida Eterna

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 31-42

En aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.
Pedro, que estaba recorriendo el país, bajó también a ver a los santos que residían en Lida. Encontró allí a un cierto Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla.
Pedro le dijo:
«Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y arregla tu lecho».
Se levantó inmediatamente. Lo vieron todos los vecinos de Lida y de Sarón, y se convirtieron al Señor.
Había en Jafa una discípula llamada Tabita, que significa Gacela. Tabita hacía infinidad de obras buenas y de limosnas. Por entonces cayó enferma y murió. La lavaron y la pusieron en la sala de arriba.
Como Lida está cerca de Jafa, al enterarse los discípulos de que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle:
«No tardes en venir a nosotros».
Pedro se levantó y se fue con ellos. Al llegar, lo llevaron a la sala de arriba, y se le presentaron todas las viudas, mostrándole con lágrimas los vestidos y mantos que hacía Gacela mientras estuvo con ellas. Pedro, mandando salir fuera a todos, se arrodilló, se puso a rezar y, volviéndose hacia el cuerpo, dijo:
«Tabita, levántate».
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él, dándole la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.
Esto se supo por todo Jafa, y muchos creyeron en el Señor.

Salmo de hoy

Salmo 115, 12-13. 14-15. 16-17 R/. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R/.

Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron:
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.
Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
«¿También vosotros queréis marcharos?».
Simón Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Reflexión del Evangelio de hoy

La Resurrección es producto de la fe y los dos textos de hoy nos hablan de eso. Tabitá ha perdido el aliento de la vida, porque cuando nos abandonamos, cuando dejamos a Jesús de lado, caemos en la tentación de tirar la toalla. Sin embargo, cuando como Pedro, tomamos conciencia de que en él encontramos “palabras de vida”, nuestras vidas se transforman, resucitan.

El seguimiento de Jesús, vivir como él vivió, ocuparse de las cosas–personas de las que Él se ocupaba supone un esfuerzo, complica la vida; pero al mismo tiempo es un trabajo diario que implica a nuestra libertad y que nos da la vida. Pedro, urgido por la experiencia que ha vivido junto a Jesús y con la comunidad sale de sí y se dedica a recorrer “todos los lugares”, para contar lo que han visto y oído.

Para unos y según en que momentos, vivir como Jesús, se convierte en un arduo trabajo, una tarea ingente. Así parece con Pedro, que no para, o con quienes asisten a la muerte de Tabitá entre lágrimas y sin consuelo. Pero, para otros, y también en unas épocas más que en otras, ser otros Cristos es una alegría diaria, un paseo triunfal, porque se sienten de verdad resucitados con Él. Así se nos dice de las Iglesias, que “gozaban de paz, se edificaban y progresaban y estaban llenas de la consolación del Espíritu”. Y en ambas experiencias, somos capaces de percibir la presencia del Resucitado. Sin duda, en medio de todo eso está el Espíritu, la Ruah haciendo de las suyas: dando vida.

Urge que busquemos, y encontremos, a quienes de verdad nos hablan de Jesús, a quienes de veras nos ofrecen sus palabras llenas de vida. Pero también, a nosotros nos toca explicarlo de forma más coherente y a la vez, más convincente. Especialmente a tantos que nos rodean y que andan metidos en sufrimientos, y grandes. El VI Informe Foessa sobre “Exclusión y Desarrollo en España” nos muestra una realidad en la que millones de ciudadanos en España, prácticamente la mitad (¡casi 20 millones de personas!) han padecido en un algún momento de los últimos diez años, –que, a su vez son los de mayor crecimiento en nuestro país– algún proceso de exclusión. Seguro que ya hemos oído de esto, pero no estaría de más que le echáramos una leída a las Conclusiones del Informe. Ahora, la crisis está produciendo realidades más duras y cada vez más cercanas. Para todos ellos, pero también para al resto, para los que vivimos bulímicos de riquezas y completos de necesidades es la Vida que nos ofrece el Resucitado, y es para aquí y para ahora, por supuesto.