Sáb
13
Ene
2024
No he venido a llamar a justos, sino a pecadores

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel 9, 1-4. 17-19; 10, 1a

Había un hombre de Benjamín, de nombre Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorat, hijo de Afij, hijo de un benjaminita. Era un hombre de buena posición.
Tenía un hijo llamado Saúl, fornido y apuesto. No había entre los hijos de Israel nadie mejor que él. De hombros para arriba, sobrepasaba a todo el pueblo.
Las borricas de Quis, padre de Saúl, se habían extraviado; por ello ordenó a su hijo:
«Toma contigo a uno de los criados, ponte en camino y vete a buscar las borricas».
Atravesaron la montaña de Efraín y recorrieron la comarca de Salisá, sin encontrarlas. Atravesaron la comarca de Saalín y el territorio benjaminita, pero no dieron con ellas.
En cuanto Samuel vio a Saúl, el Señor le advirtió:
«Ese es el hombre de quien te hablé. Ese gobernará a mi pueblo».
Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta, y le dijo:
«Haz el favor de indicarme dónde está la casa del vidente».
Samuel respondió:
«Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano y comeréis hoy conmigo. Mañana te dejaré marchar y te aclararé cuanto te preocupa».
Tomó entonces Samuel el frasco de óleo, lo derramó sobre su cabeza y le besó, diciendo:
«El Señor te unge como jefe sobre su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los enemigos que lo rodean».

Salmo de hoy

Salmo 20, 2-3. 4-5. 6-7 R/. Señor, el rey se alegra por tu fuerza

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. R/.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. R/.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia» R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 13-17

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba.
Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice:
«Sígueme».
Se levantó y lo siguió.
Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que lo seguían.
Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos:
«¿Por qué come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y les dijo:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

¡El Señor te unge como jefe de su heredad!

Curioso este pasaje donde Saúl es elegido por Dios como jefe de su heredad con la misión de regir su pueblo y librarle de la mano de sus enemigos. Lo hace no en una asamblea solemne rodeado de los principales del pueblo, sino cuando Saúl viene de vuelta de ir a buscar las burras de su padre y que no ha encontrado. Es el momento cuando Samuel unge a Saúl como jefe de su heredad para que sirva y ayude a su pueblo y no para beneficio propio. “Tomó la aceitera, derramó aceite sobre la cabeza de Saúl y lo besó diciendo: “El Señor te unge como jefe de su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y le librarás de la mano de los enemigos que los rodean”.

Una vez más, comprobamos que los caminos del Señor no son nuestros caminos. Es totalmente libre a la hora de elegir a los “jefes y reyes” de su pueblo y a la hora de elegir el momento de hacerlo. En este caso cuando Saúl viene de buscar las burras de su padres. En nuestros días ningún presidente de una nación es elegido de esta manera y en una ceremonia parecida.

Bien sabemos que “llegada la plenitud de los tiempos” Dios elige a su propio Hijo para que sea el salvador de toda la humanidad. Para tal misión no empleó las armas de la guerra sino las armas del amor. El amor siempre salva y libera.

Gente de mala fama se sentó con Jesús y sus discípulos

Jesús, el Hijo de Dios, viene a nuestra tierra a regalarnos un gran tesoro. A través de su amistad nos ofrece su verdad. La verdad que nos indica cómo hemos de vivir, y la verdad de que nuestra vida, después de los años terrenos, va a desembocar en la resurrección a una vida de total felicidad.  

Y es claro que Jesús ofrece su estupendo tesoro a todos los hombres. No excluye a nadie. Se lo ofrece también, como nos indica el evangelio de hoy, a los recaudadores que defraudan y a otra gente de mala fama. Los oficialmente buenos se escandalizan de que Jesús se mezcle y hasta coma con esa gente de mal vivir. La respuesta de Jesús es bien clara: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Haciendo una interpretación amplia de la respuesta de Jesús, podemos afirmar que vino solo para los pecadores y no para los justos… lo que equivale a decir que vino para todos, porque justos no hay ninguno: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Todos somos pecadores y todos somos liberados y salvados por Jesús.