Mié
11
Mar
2009

Evangelio del día

Segunda Semana de Cuaresma

Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va ser entregado

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías 18, 18-20

Ellos dijeron:

«Venga, tramemos un plan contra Jeremías porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos».

Hazme caso, Señor, escucha lo que dicen mis oponentes. ¿Se paga el bien con el mal?, ¡pues me han cavado una fosa!

Recuerda que estuve ante ti, pidiendo clemencia por ellos, para apartar tu cólera.

Salmo de hoy

Salmo 30, 5-6. 14. 15-16 R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia

Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R/.

Oigo el cuchicheo de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida. R/.

Pero yo confío en ti, Señor;
te digo: «Tú eres mi Dios».
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 17-28

En aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:

«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará».

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.

Él le preguntó:
«¿Qué deseas?».

Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».

Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».

Contestaron:
«Podemos».

Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:

«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.

Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • La súplica del profeta

Jeremías, en un momento de apuro, acude a Dios, su Señor, al que ha entregado su vida y la ha puesto a su servicio, exhortando a su pueblo con las palabras que Él le dicta. Esto le ha acarreado la profunda enemistad de algunos “malvados judíos”, que trajinan su desgracia. Ante este peligroso panorama, Jeremías se dirige a su Señor, el que le ha metido en ese “lío”: “Señor, hazme caso, oye cómo me acusan: ¿es que se paga el bien con el mal, que han cavado una fosa para mí? Acuérdate de cómo estuve en tu presencia intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo”. 

  • La súplica atendida del profeta Jesús

Jesús, el mejor profeta de todos los tiempos, relata a sus apóstoles lo que le espera por proclamar a su pueblo el mensaje que Dios le ha indicado. Les recuerda que Él ha venido para servir a los demás y dar su vida por los demás. Nada, ni nadie le apartará de este camino. Él seguirá proclamando hasta el final el mensaje de amor, de perdón, de verdad, de esperanza… que Dios le ha encargado. Éste será el mejor servicio, el mejor acto de amor, hacia la humanidad entera. Como el profeta Jeremías pedirá a su Padre que le libre de beber el cáliz de su injusta muerte en la cruz, pero dejando claro que está siempre dispuesto a cumplir la voluntad del Padre. Dios Padre atendió la súplica de Jeremías y de Jesús, pero a su manera, a la manera divina. Después de su muerte les resucitó, les hizo triunfar de la muerte, del odio, de la injusticia y de sus enemigos. Nunca les abandonó, siempre estuvo con ellos.