Lun
8
Dic
2025

Homilía La Inmaculada Concepción

Año litúrgico 2025 - 2026 - (Ciclo A)

Alégrate, llena de gracia

Pautas para la homilía de hoy

Evangelio de hoy en vídeo

Reflexión del Evangelio de hoy

Frente al jardín del Edén….la casa de Nazaret

Conocemos bien el relato: Adán y Evan viviendo en la dicha inocente del Edén, desnudos en el paraíso sin vergüenza o problema alguno. Ciertamente podría haber sido el final feliz del relato, sí; pero no reflejaría la realidad de nuestro mundo. El paraíso reclama realismo por medio de una serpiente que habla, en concreto, que engaña y arruina la dicha en la que vive la pareja.

La astucia de la serpiente se manifiesta en el uso y dominio que tiene de la mentira y la media verdad, las cuales sirven para minar la confianza de Adán y Eva en la palabra dada por Dios bueno y creador. La serpiente contrarresta la palabra de Dios iniciando la senda del engaño: “De ninguna manera moriréis (si comeís del arbol). Es que Dios sabe muy bien que el día que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal” Esto que dice la serpiente es verdad en dos aspectos: por un lado, el conocimiento moral no causa la muerte por sí mismo y, por otro, quien alcanza este conocimiento se hace semejante a Dios. Pero lo que el relato deja claro es que una libertad movida por la desconfianza en la palabra de Dios resulta incompatible con la vida (Gn 2,16-17).

Y sabemos bien cuál es la consecuencia inmediata de esta libertad desconfiada: la vergüenza, es decir, se dieron cuenta de que estaban desnudos y sintieron vergüenza el uno del otro ciñéndose con hojas de una higuera. La vergüenza surge de repente ante la mirada del otro; hasta ese momento, la mirada del otro era sin vergüenza.

A continuación, en medio de esta atmosfera vergonzosa, aparece Dios por el jardín a la hora de la brisa. Adán y Eva se esconden entre los árboles. Dios los busca incesantemente al no encontrarlos: ¿dónde estáis? Adán responde que al oírlo por el jardín, tuvo miedo y se escondió. Ahora, la culpa aparece en nuestro relato: Adán, Eva, la serpiente… Todos escapar de la responsabilidad, todos sienten no sólo vergüenza, sino ahora culpa. Adán y Eva se sienten juzgados por la mirada de Dios sobre sus acciones. Dios aparece como portador de los valores que Adán y Evan han transgredido: la obediencia y la fidelidad de unos a otros.

Adán y Eva tienen una existencia eterna, sin fin, movida por la desconfianza en la palabra de Dios. Esto es, por definición, el infierno. Y Dios no va a permitir un infierno eterno para Adán y Eva. Aparece así la muerte como límite para el débil albedrío de Adán y Eva.

La casa de Nazaret

La Anunciación es la gran tabla mariana pintada por Lucas. Todo es narrado bajo la atmosfera de la cotidianeidad de Nazaret que viene rota por el acontecer de Dios por medio de su ángel Gabriel. No es una serpiente la que habla, sino el enviado de Dios.

El ángel saluda a María como “llena de gracia”. Son quizás estas palabras del saludo en las que la Iglesia comenzó a ver la Inmaculada Concepción de María, es decir, ella ya estaba llena de gracia antes de que el ángel llegara. El ángel no le dice “recibirás la gracia”, sino "llena de gracia” porque Dios la había preparado desde su concepción.

El acontecer de Dios en Nazaret viene envuelto con una primera palabra clave: no tengas miedo. El ángel quiere abrir la senda de la confianza en la que se revela la verdad. El miedo provoca la desconfianza. El ángel no lleva al engaño como la serpiente ni a medias verdades.

María escucha el mensaje del ángel: “Concebirás y darás a luz a un hijo, al que pondrás por nombre Jesús… (Lc 1,31)” María será la madre del Hijo del Altísimo. El ángel ofrece a María el regalo de acoger en su seno la divinidad; Eva es incitada por la serpiente a robarla del árbol, es decir, a tomarla, a apropiarse de la divinidad porque Dios se la está ocultando, según la serpiente.

María recibe como don la divinidad; no se apropia, sino que recibe y acoge. Toda nuestra miseria viene de querer tomar lo que Dios quiere ofrecernos. Queremos ser felices, pero a nuestra manera. Queremos amor, pero sin entrega. Queremos vida, pero sin cruz.

Dos mujeres. Dos jardines. Dos conversaciones. Dos respuestas. Es esta solemnidad de la Inmaculada Concepción se nos invita a contemplar el misterio de que el acontecer de Dios se acoge no sólo tal y como viene, sino sobre todo como don. 


Evangelio de hoy en audio



Fray José Rafael Reyes González

Fray José Rafael Reyes González
Convento San Vicente Ferrer (Valencia)

Soy un biblista, dominico y sacerdote nacido en Córdoba (España) en 1981. Fue en mi etapa universitaria en Granada donde conocí a los frailes dominicos en el Colegio Mayor Santa Cruz La Real. Aunque de formación ingenieril y técnica, el estudio de la Biblia me descubrió un mundo jamás pensando por mi: el mundo clásico, de sus religiones, lenguas, sus historias, culturas y civilizaciones… Hoy desarrollo mi vocación como fraile predicador en las aulas de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de la Universidad Católica de Valencia y allí donde Dios me lo requiera.

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