Dom
30
Dic
2018

Homilía La Sagrada Familia

¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?

Introducción

En medio de estas celebraciones de Navidad, donde los buenos sentimientos, los reencuentros, los deseos de paz y armonía parece que nos llenan el corazón más que en ningún otro momento del año, nos encontramos a la familia de Nazaret. Y tenemos la oportunidad de recordar al contemplarla que nuestras familias son un espacio privilegiado de amor y de cuidado, nidos de sabiduría, donde siendo niños aprendimos las cosas realmente importantes, donde nos cuidaron con amor y donde nosotros tenemos el privilegio de poder cuidar a nuestros seres queridos.

En todas las lecturas se hace presente el amor como causa y sustento de las relaciones familiares, el respeto, el cuidado, la paciencia, el agradecimiento y la confianza, no son más que caras de ese gran poliedro que es el amor. Y ese amor nos ilumina incluso ante el desconcierto o el desacuerdo y nos muestra cómo debemos relacionarnos entre nosotros con respeto y libertad.

Y Dios, en medio de todo, pidiendo su espacio, llamándonos  para mostrarnos que cuando somos capaces de dedicarle tiempo nuestros horizontes se expanden, y aunque como Jesús volvamos a casa a nuestras tareas ordinarias, nunca volvemos de la misma manera si realmente abrimos nuestros ojos y nuestros oídos a su Palabra.