Dom
23
Dic
2018

Homilía IV Domingo de Adviento

Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)

Dichosa tú que has creído…

Introducción

     La liturgia de hoy procede teniendo a la vista las celebraciones próximas de la Navidad. Y nos presenta  un capítulo importante de la vida de la Virgen cual es la Visitación de nuestra Señora. Misterio en verdad de alegría y encuentro familiar que está a la altura de lo que son las fiestas navideñas. No en vano es un misterio gozoso del rosario, pues así lo sintió la Virgen al compartir el misterio de su gravedad con los familiares cercanos y queridos. Se celebra la fiesta de la familia alegrándose del estado de gravidez. Fiesta de convivencia, solidaridad, familiaridad y proximidad con los seres queridos. Tal es la buena noticia de encontrarse en cinta, convivir con quien también ha sido agraciada por Dios con un hijo; estado de esperanza se le llama en lenguaje cotidiano, pues el anuncio de un nuevo ser sigue siendo en nuestro mundo una de las alegrías más señaladas. Es una alegría que no se esconde sino que busca compartirse, comunicarse, ir a contárselo a nuestros allegados, proclamarlo de viva voz, pues no es una vergüenza que se pasa a escondidas y en solitario. El anuncio de estado de esperanza de quien es la humanidad de Dios es motivo para festejarlo con la madre.

La alegría crece en el huerto de la comunión, del convivir y del hacer partícipes a nuestros seres queridos de todo lo bueno que nos suceda. Por el contrario, la amargura, el rencor, la ansiedad, la crispación y el resentimiento pertinaz son incompatibles con la salvación que va a inaugurar el nuevo ser, que es antes que nada un sentimiento de paz. La salvación es el regalo con que Dios se une al estado de gravidez de la Virgen y ella hace partícipes a sus  seres queridos.