Dom
22
Feb
2009

Homilía Domingo séptimo del Tiempo Ordinario

Año litúrgico 2008 - 2009 - (Ciclo B)

Mirad que realizo algo nuevo. Ya está brotando, ¿no lo notáis?

Introducción

Con el capítulo segundo, el evangelio de Marcos cambia de escenario y de estrategia descriptiva. La presencia de Jesús, que sigue causando admiración en algunos por el poder de sus acciones y por la fuerza de su palabra, comienza a encontrar resistencia en los sectores dominantes y en los dirigentes de la sociedad judía.

Se inicia así una confrontación entre la Palabra, que se ofrece como luz y salvación, y la ambigüedad de los signos que la patentizan, diversa y opuestamente interpretados. Frente a esta ambigüedad, una afirmación sin fisuras de las dos primeras lecturas de este domingo: la promesa de salvación, que parte de la entraña amorosa de Dios mismo, sigue ofreciéndose en todo momento.

Ni más ni menos que en tiempos de Jesús y de Pablo, el creyente y la Iglesia entera tiene ante sí el mismo desafío: mantener la promesa de Dios, que se ofrece –o debemos ofrecer- con nuestra palabra, en nuestras celebraciones, en nuestras vidas.