Dom
19
Dic
2010

Homilía IV Domingo de Adviento

Año litúrgico 2010 - 2011 - (Ciclo A)

Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Estamos a las puertas de la celebración de la Navidad. Las lecturas y la oración nos quieren presentar ya en cierto sentido este gran acontecimiento.

En la segunda lectura tomada de la Carta de San Pablo a los Romanos nos resume este misterio de la navidad con estas palabras: “Pablo, siervo de Cristo Jesús llamado a ser apóstol escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio prometido ya por sus profetas en las Escrituras Santas, se refiere a su Hijo, nacido según lo humano, de la estirpe de David, constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de David, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo nuestro Señor. Por él hemos recibido ese don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros llamados por Cristo Jesús”.

Tanto el Evangelio que hoy leemos como este fragmento de la Carta a los Romanos nos hablan de que este hecho siendo natural va más allá de los hechos naturales. Para los judíos es descendiente de David por línea paterna pero tanto San Pablo como el Evangelio nos dicen expresamente que hay intervención extraordinaria del Espíritu Santo, en San Pablo, y en el Evangelio nace sin concurso de varón por obra también del Espíritu Santo.

El nacimiento de Jesús es un hecho milagroso. Nace sin concurso de varón y `por obra del Espíritu Santo.
Al mencionar al Espíritu Santo o Espíritu de Dios el Evangelista Mateo como cualquier otro escritor judaico de su tiempo se está refiriendo al poder creador de Dios. San Pablo no habla de la virginidad de María pero tampoco la niega. Este hecho es claro y responde a la afirmación clara de la intervención milagrosa en el nacimiento de Jesús.

Asentado el hecho de la concepción milagrosa de Jesús, el Evangelista Mateo pasa a presentar las consecuencias concretas y prácticas que esto implica para la figura de San José. Normalmente o en muchos comentarios se suele presentar el hecho, en la mente de San José, como una traición de María. Como si ella fuera una pecadora ya que al estar ya desposada, para el mundo judío pertenecía de lleno y totalmente a su esposo.

¿Por qué no planteamos de otra manera este hecho en la mente de San José? José es un hombre justo, y no tenemos ningún motivo sacado del texto de Mateo, para que María no explicara el hecho de la anunciación a S. José. Por lo menos esta postura es más razonable que la otra, que yo he oído relatar muchas veces.

Si tenemos presentes la Ley y los usos judíos, el estado de María creaba un problema únicamente a San José. ¿Cuál es el motivo? Nos parece del todo normal que él estuviese al corriente de lo que había acaecido a María, o por lo menos no tenemos razón ninguna para ponerlo en duda. Y entonces de ¿donde nace la duda o perplejidad de José?

La duda ante el hecho milagroso no nace sobre la culpa o la inocencia de Maria., sino sobre el papel que él personalmente tiene que asumir ante este hecho milagroso, y aquí podemos poner el anuncio del Ángel en sueños que le revela su misión. El deberá imponer el nombre al niño, esto es, deberá ser ante la ley el padre de la criatura. El nombre lo imponía el padre y una vez conocido el papel que tenía que hacer en este matrimonio y con respecto al hijo se sintió libre de la duda de cuál era su misión en ese matrimonio.

El anuncio del Ángel a San José es un resumen completo del Antiguo Testamento. Jesús salvará a su pueblo de sus pecados. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento la expresión “perdón de los pecados” no significa una falta o pecado concreto sino la realización y cumplimiento de toda acción salvífica de Dios. Esto quiere decir que con el nacimiento de Jesús se ha realizado la separación que existía entre el hombre y Dios. De hecho Jesús es el Dios con nosotros para nuestra salvación. Decir Jesús y decir Salvador es lo mismo. El nacimiento de Jesús, su vida y su ministerio fueron y siguen siendo Dios con nosotros, como lo había anunciado el profeta Isaías.
 

Fr. Juan José Gallego Salvadores O.P.

Fr. Juan José Gallego Salvadores O.P.
(1940-2022)