Mié
29
Ene
2014
Ayer y hoy estoy contigo, ¡escuchen!

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-17

En aquellos días, vino esta palabra del Señor a Natán:
«Ve y háblale a mi siervo David: “Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me vas a construir una casa para que sea morada mía?
Desde el día en que hice subir de Egipto a los hijos de Israel hasta hoy, yo no he habitado en casa alguna, sino que he estado peregrinando de acá para allá, bajo una tienda como morada. Durante todo este tiempo que he peregrinado con todos los hijos de Israel, ¿acaso me dirigí a alguno de los jueces a los que encargué pastorear a mi pueblo Israel, diciéndoles: 'Por qué no me construís una casa de cedro?'”.
Pues bien, di a mi siervo David: “Así dice el Señor del Universo. Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel.
He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra.
Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel.
A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa.
En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino.
Será él quien construya una casa a mi nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.
Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Si obra mal, yo lo castigaré con vara y con golpes de hombres. Pero no apartaré de él mi benevolencia, como la aparté de Saúl, al que alejé de mi presencia. Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre”».
Natán trasladó a David estas palabras y la visión.

Salmo de hoy

Salmo 88, 4-5. 27-28. 29-30 R/. Le mantendré eternamente mi favor

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades. R/.

El me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora»;
y lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra. R/.

Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable.
Le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 1-20

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó, y el gentío se quedó en tierra junto al mar.
Les enseñó muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos:
«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Y añadió:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo:
«A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados”».
Y añadió:
«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • He estado contigo

David, coronado Rey de Israel y agradecido por todo lo que ha recibido de parte de Dios, quiere construir al Señor una casa, un templo, puesto que él mismo vive en un palacio mientras que el Señor está en una tienda. Sin embargo, Dios habla a David a través del profeta Natán, para recodarle que Él es un Dios que peregrina junto a los suyos, no permanece en un lugar cerrado. Él es quien ha elegido a David para ser el Rey de Israel y le ha sostenido y acompañado en todas sus campañas.

David no construirá una casa para el Señor; será Dios mismo quien la construya para David. Pero, esta casa tendrá un nuevo significado: no será un templo, sino una dinastía, una descendencia. A través de esa descendencia, Dios continuará realizando su Historia de Salvación con la humanidad.

Dios es siempre quien toma la iniciativa. Aunque a veces nos empeñemos en tomarle la delantera, en hacer proyectos “para él”, el Señor casi siempre los descoloca y nos invita a acoger un nuevo proyecto que tiene mucho más de don que de conquista y que está sostenido por la fidelidad de Dios que es gratuita y para siempre.

  • ¡Escuchen! Salió el sembrador a sembrar

El evangelio de hoy es una parábola sobre el crecimiento, éstas son narraciones con imágenes de la vida cotidiana a través de la cuál se busca instruir sobre el Reino de Dios que inaugura Jesús.

En la primera parte de esta parábola Jesús se dirige a un público amplio, a toda la gente que acudía iniciando la narración con un imperativo ¡Escuchen!. Invita, otra vez, a abrir el corazón, los sentidos para acoger el mensaje. Ya lo hizo en Mc 1,15 donde Jesús anuncia que el reino de Dios está llegando. Conviértanse y crean en el evangelio.

En esta parte del relato presenta a un sembrador que se empeña en sembrar a tiempo y destiempo, sin medida, sin temor a desperdiciar la semilla, siembra en todos los terrenos y en abundancia, sin calcular el fracaso o el éxito. El Reino de Dios llega para todos, sin exclusiones, en medio de las contradicciones y paradojas de la historia, el amor de Dios no tiene límites.

En la segunda parte de la parábola Jesús habla a los más cercanos, a los discípulos. Ya no se centra en el sembrador ni en el éxito o fracaso de su siembra, sino en la calidad de los terrenos, distinguiendo diferentes tipos de receptores del mensaje.

Es una invitación a los más cercanos – a la comunidad- a preguntarse por su identidad, a reflexionar con autenticidad por los aspectos que conviven en su interior y les impiden dar fruto.

Las semillas del reino de Dios están ya presentes, en el hoy de nuestro mundo, en nosotros, hombres y mujeres. Nos podríamos preguntar por nuestra apertura a la desmesura y acción del reino de Dios y lo que nos impide dar fruto.