Dom
2
Feb
2014

Homilía Presentación del Señor

Año litúrgico 2013 - 2014 - (Ciclo A)

Mis ojos han visto a mi salvador, luz para alumbrar a las naciones

Introducción

En este domingo, celebramos la Presentación de Jesús en el templo, festividad llamada también, en la Iglesia Oriental, “el Encuentro”, y que la piedad popular recuerda con el nombre de Virgen de la Candelaria. Todos estos nombres tienen un simbolismo y un contenido teológico Cristo-céntrico importante.

Apenas iniciado el tiempo litúrgico ordinario, hoy volvemos a recordar la infancia de Jesús como en los días de Navidad. Es un episodio que no podemos pasar por alto si queremos comprender la función del Mesías que entra en el templo para encontrarse con su pueblo creyente iniciando en la historia de la humanidad un tiempo nuevo.

Lucas nos dice que a los cuarenta días, después de la Navidad, Jesús fue llevado al Templo por sus padres, con ofrendas sencillas -dos tórtolas-, y consagrado al Señor como todo primogénito. Pero esta sencilla ceremonia se convierte pronto en una Manifestación de Jesús como el Mesías de un pueblo que esperaba la liberación. En este pasaje aparecen la figura de Simeón, hombre bueno y justo, que esperaba la liberación de Israel, y de Ana, una mujer anciana, que no se apartaba día y noche del templo. Ambos son un ejemplo de esperanza en las profecías mesiánicas, profecías que, llenos de alegría, anuncian a sus paisanos y amigos. Simeón lo hará con su célebre cantico, “Nunc Dimittis”, presentando a aquel niño como el Salvador, la Luz que ilumina a todas las naciones y es gloria de Israel. Ana, también hablaba de la liberación de Jerusalén a su pueblo, era la profetisa que difunde la luz.