Lun
24
Ago
2015
¿De Nazaret puede salir algo bueno?

Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 9b-14

El ángel me habló diciendo:
«Mira, te mostraré la novia, la esposa del Cordero».
Y me llevó en espíritu a un monte grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, y tenía la gloria de Dios; su resplandor era semejante a una piedra muy preciosa, como piedra de jaspe cristalino.
Tenía una muralla grande y elevada, tenía doce puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados que son las doce tribus de Israel.
Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y al poniente tres puertas, y la muralla de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.

Salmo de hoy

Salmo 144, 10-11. 12-13ab. 17-18 R/. Tus santos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.

Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y la majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 45-51

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dijo:
«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret».
Natanael le replicó:
«¿De Nazaret puede salir algo bueno?».
Felipe le contestó:
«Ven y verás».
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
-«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Rabí, tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”

Podía haber sido de otra manera. Pero Dios lo dispuso así. Nos envió a su propio Hijo, a Cristo Jesús, para que nos regalase su misma vida divina: “A cuantos le recibieron les dio el poder de venir a ser hijos de Dios”. Nos hizo a todos hijos y hermanos y así fundó la comunidad de sus seguidores, la iglesia. Y Jesús eligió a doce amigos, a los que llamó apóstoles, con los que convivió durante un cierto tiempo, con intensidad. Les declaró sus intenciones, les habló de su Padre Dios, de su proyecto sobre toda la humanidad, al que llamó reino de Dios, esa comunidad de personas, de hijos y hermanos, que dejan que Dios sea el Rey y Señor de sus vidas y guíe siempre sus pasos.

Les instruyó debidamente, al tiempo que les fue demostrado su gran amor hacia ellos. “Como el Padre me ha amado así os he amado yo”, y les aseguró que nada ni nadie les podrá separar de su amor. Cuando, a través de su vida, muerte y resurrección, les convenció de su verdad, de que lo suyo era buena noticia, les pidió que la divulgasen por todo el mundo para colmar de alegría, de sentido y de esperanza a todos sus oyentes.

Todos sus apóstoles, esos doce cimentos, de los que nos habla la primera lectura, donde fundamentó su obra, su iglesia, después de la muerte y resurrección de su Maestro Jesús, dedicaron su vida a difundir la buena noticia de Jesús, al tiempo que iban nombrando sucesores suyos que perpetuasen su obra, la obra de Jesús.

El evangelio nos cuenta el inicio de la relación de Jesús con Natanael, San Bartolomé, uno de los doce, cuya fiesta celebramos hoy. Una relación en la que, poco a poco, rindió emocionado toda su persona a Jesús y a su proyecto evangelizador. Según una tradición, recogida por Eusebio de Cesarea, Bartolomé marchó a predicar el evangelio a la India donde murió martirizado.