Dom
30
Ago
2015

Homilía XXII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)

No basta la sola práctica externa, la apariencia

Introducción

Se dice “aparentar” a la actitud de aquella persona o grupo que creen o dicen tener unas características, cualidades, valores… que en realidad no poseen.

Las apariencias son muy humanas y las utilizamos para nuestras relaciones humanas, pero ante Dios no sirven de nada.

¿Cuántas veces hablamos sobre otras personas fijándonos en apariencias…? Es fácil recordar esa frase de Antoine de Saint-Exupery, en el Principito: “lo esencial es invisible a los ojos, sólo se ve bien con el corazón…”.

Pues la liturgia de la Palabra precisamente nos quiere hacer ver con el corazón, que no nos fijemos en las apariencias o gestos externos. Dios si se fija en el corazón del hombre…

Y hoy Jesús, una vez más, no se queda en las apariencias de las personas sino que va al corazón, a las obras. Denuncia la práctica formalista de la Ley, la charlatanería sin las obras. Él quiere vida y nosotros le damos ritos.

Las palabras del profeta Isaías, citadas por Jesús para criticar tantos ceremonias y ritos celebrados de manera rutinaria y vacía, para aparentar, en la sociedad judía: “así dice Yahvé: este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío”.

Han pasado generaciones y generaciones… ¿y seguimos… aparentando…?