Dom
6
Sep
2009

Homilía Vigésimo tercer Domingo del Tiempo Ordinario

Año litúrgico 2008 - 2009 - (Ciclo B)

Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Introducción

Dice Isaías que cuando llegue el Señor liberador, se abrirán los oídos de los sordos y cantará la lengua de los mudos. Sordos físicos siempre hubo, y los habrá. Personas que no escuchan (oyendo muy bien) sobreabundan en todas partes y clases sociales. Entre oír y escuchar hay gran diferencia; y es bien sabido que la calidad de vida humana se alcanza con la escucha.

La sordera que tiene su origen en problemas físicos o fisiológicos se trata médicamente, y los avances científicos resuelven cada vez mayor número de casos complicados. Lo que caracteriza al mundo del sordomudo de todos los tiempos es el aislamiento, la incapacidad para la comunicación con el entorno.

En la antigüedad a los que se preparaban para el bautismo se les llamaba “catecúmenos” = los que escuchan, los que tienen abiertos los oídos para escuchar la Palabra de Dios y pueden proclamar verbalmente los contenidos de la fe. Las catequesis bautismales iban dirigidas a liberar al hombre, abriendo sus oídos y soltando su lengua.