Dom
13
Jun
2010

Homilía XI Domingo del Tiempo Ordinario

Año litúrgico 2009 - 2010 - (Ciclo C)

¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Dios es perdón” porque “Dios es amor”

Toda la Sagrada Escritura tiene un hilo conductor: el amor de Dios por el hombre. En las lecturas de este Domingo 11 del TO. vemos cómo queda patente esta “buena noticia”, que “Dios es perdón”, porque “Dios es amor”

En la 1ª Lectura se nos describe el “pecado de David”. En esta narración se nos da la clave para entender como actúa Dios aplicando su misericordia a las persona concretas. Natán reprocha a David como Dios ha sido bondadoso con él, hasta hacerle su “ungido” y él no ha correspondido a este don del Señor. Todo lo contrario, no ha sido fiel ni a Dios, ni al prójimo. Ante el reproche del profeta Natán, David recapacita y reconoce su pecado: “He pecado contra el Señor”. La reacción del Dios no se hace esperar y por boca del mismo Natán le manifiesta.”El Señor perdona tu pecado. No morirás”. Queda claro que, al reconocer el pecado y mostrar arrepentimiento, el “Dios del amor” se manifiesta como “Dios del perdón”.

  • Proclamar la misericordia.

Cuando el Señor nos muestra su misericordia con el perdón, es de corazón agradecido reconocerlo y dar testimonio de ello. Es lo que nos viene a decir el Salmo Responsorial (Sal 31, 1-2.5.7.11) "Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito… y tú perdonaste mi culpa y mi pecado”. Este salmo de acción de gracias, expresa, en estilo sapiencial, la felicidad del pecador que ha recibido el perdón divino.”Alegraos, justos, gozad con el Señor”. Esta alegría nos impulsa a proclamar cómo el Señor es misericordioso con nosotros y esto nos debe ayudar a “convertirnos” de todos nuestros delitos ayudando a los demás a que reconozcan su pecado y gocen de la alegría del perdón como nosotros lo hemos podido experimentar.

  • Jesús nos revela la ternura y la misericordia de Dios

Hay escenas que condensan la esencia de la Buena Noticia, y el Evangelio de Lucas abunda en ellas. Se puede decir que Lucas es “el cronista de la magnanimidad de Jesús”(Dante) En su evangelio tienen un lugar privilegiado los pobre y marginados, los pecadores arrepentidos. Este evangelista con los gestos y las palabra de Jesús nos presenta el rostro de un Dios lleno de ternura y misericordia, un Dios que es amor.

No todos entienden las palabras y los gestos de misericordia de Jesús y por eso le acusan de ser “amigo de los pecadores” En esta escena que nos narra Lucas (7,36-8,3) Jesús es invitado a un banquete en casa de un fariseo, porque su anfitrión le consideraba una persona honorable y digna. Pero todo se estropea cuando ven a sus pies una mujer considerada como una pecadora. Todos los gestos que esta mujer realiza, besar los pies, derramar perfume, enjugarlos con su cabellera, son mal vistos por los comensales. Comienzan las dudas sobra la fama de profeta que tiene Jesús. Pero como El sabe leer el interior tanto de la mujer como el interior del fariseo, escoge una parábola sobre prestamista y deudores. De este modo queda patente su enseñanza para una y otro. Saca la moraleja: “a quien más se le perdona, más ama”.

A Lucas le gusta contrastar las posturas de los personajes y así cuestiona ciertos prejuicios de tipo social y religioso. En efecto Simón es un fariseo, piadoso e intachable. Ella una mujer pecadora, mal vista en aquel tipo de sociedad. Por eso todos sus gestos son juzgados negativamente. Jesús no lo ve así y valora muy positivamente todo lo que hace aquella mujer que está arrodillada a sus pies. Ha descubierto en esos gestos el gran arrepentimiento que tienen y que su corazón rezuma amor. Se ha sentido perdonada y las palabras de Jesús nos dejan de manifiesto como Dios acoge en su misericordia al que trata de vivir en el verdadero amor.

  • ¿Tenemos un corazón capaz de perdonar?

La Palabra de Dios cuando se proclama en una celebración es “algo que acontece”. Es una palabra de salvación en el “aquí y ahora”. A la luz de esta Palabra de Dios se nos abre un interrogante: ¿tenemos un corazón capaz de perdonar?
Con frecuencia podemos tener el peligro de ser como los fariseos que juzgan y condenan a todos. Esto nos recuerda también la postura del hijo mayor en la parábola del hijo pródigo. Podemos ser buenas personas, pero no sabemos ser benévolos y perdonar. O, por el contrario, podemos portarnos como Jesús, que perdona a la mujer pecadora, adúltera y a Zaqueo, el publicano, y tiene palabras de ánimo y misericordia para los pecadores. ¿Dónde te sientes retratado, en los fariseos o en Jesús?

No se trata de aprobar el pecado o el mal, pero si hemos de ser respetuosos y tolerantes. Nuestra actitud de misericordia, de acogida, puede ayudar a muchas personas a cambiar de vida. ¡Cuantos drogadictos, delincuentes, marginados etc., cuando encuentran una persona llena de amor y comprensión, se sienten interpelados, y cambian de actitud en sus vidas! Cuando en nuestro corazón anida el rechazo y el juicio podemos hacer mucho daño. No somos testigos del “Dios del perdón” porque es el "Dios del amor”. Los que se sienten perdonados son los más dispuestos a perdonar a los demás. De este modo si que podremos afirmar como la hace San Pablo la experiencia de la comunión con Cristo: “Es Cristo quien vive en mí” (2ª lect.)

“Señor Jesús, tú acoges a los pecadores y los perdonas cuando reconocen que su salvación está en Dios, tu Padre. Ilumina nuestras decisiones y proyectos para que podamos aceptar tu amor y perdón gratuitos”. Amén.