Mié
16
Jun
2010
Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará

Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Reyes 2, 1. 6-14

Cuando el Señor iba a arrebatar a Elías al cielo en la tempestad, Elías y Eliseo partieron de Guilgal.
Llegaron a Jericó, y Elías dijo a Eliseo:
«Quédate aquí, porque el Señor me envía al Jordán».
Eliseo volvió a responder:
«¡Vive Dios! ¡Por tu vida, no te dejaré!».
Y los dos continuaron el camino.
Cincuenta hombres de la comunidad de los profetas iban también de camino y se pararon frente al río Jordán, a cierta distancia de Elías y Eliseo, los cuales se detuvieron a la vera del Jordán. Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó con él las aguas. Se separaron estas a un lado y a otro, y pasaron ambos sobre terreno seco.
Mientras cruzaban, dijo Elías a Eliseo:
«Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de que sea arrebatado de tu lado».
Eliseo respondió:
«Por favor, que yo reciba dos partes de tu espíritu».
Respondió Elías:
«Pides algo difícil, pero si alcanzas a verme cuando sea arrebatado de tu lado, pasarán a ti; si no, no pasarán».
Mientras ellos iban conversando por el camino, de pronto, un carro de fuego con caballos de fuego los separó a uno del otro. Subió Elías al cielo en la tempestad.
Eliseo lo veía y clamaba:
«Padre mío, padre mío! ¡Carros y caballería de Israel!».
Al dejar de verlo, agarró sus vestidos y los desgarró en dos. Recogió el manto que había caído de los hombros de Elías, volvió al Jordán y se detuvo a la orilla. Tomó el manto que había caído de los hombros de Elías y golpeó con él las aguas, pero no se separaron.
Dijo entonces:
«¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?».
Golpeó otra vez las aguas, que se separaron a un lado y a otro, y pasó Eliseo sobre terreno seco.

Salmo de hoy

Salmo 30 R/. Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor

Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.

En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras. R/.

Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios los paga con creces. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Reflexión del Evangelio de hoy

Hoy se nos narra el final de Elías y el comienzo de Eliseo. En medio de imágenes simbólicas, Elías es arrebatado misteriosamente al cielo. De forma tan misteriosa que, incluso en tiempo de Jesús, la gente preguntará al Bautista: “¿Eres tú Elías?” (Jn 1,21).

Y Jesús, en el Evangelio, instruirá a sus discípulos, diciéndoles: Cuidad de no practicar vuestra justicia, vuestra religión, delante de los hombres para que vean lo buenos que sois. No os servirá de nada en visión de eternidad. 

  • ¿Cómo recoger hoy el manto de Elías?

Eliseo tomó el manto de Elías, es decir, encarnó su espíritu profético y continuó el papel y la misión que éste había tenido antes. Y, en ese sentido, Elías no había muerto, continuaba profetizando, escuchando a Dios y yendo, en su nombre, a intentar restablecer la Alianza eterna entre Dios y los hombres.

Inmediatamente antes de Jesús, san Lucas dice de Juan Bautista: “Estará con él el espíritu y el poder de Elías” (1,17). ¿Con quién está hoy su espíritu y su poder? ¿Quiénes son hoy los Eliseos y Bautistas que ostentan su espíritu, escuchan a Dios como ellos y hablan a los hombre de su alianza con Dios?

Al igual que Eliseo, tampoco nosotros podemos exigir el espíritu profético de Elías. Es algo que pertenece a Dios. Pero, sí podemos y debemos aspirar a que Dios pueda contar con nosotros, como contó con Elías y Eliseo, para que su Alianza con los hombres puede ser hoy una realidad, aunque necesitemos que Elías nos anime en nuestro Tabor particular como lo hizo con Pedro, Santiago y Juan (Mt 17,3).

  • Autenticidad sin apariencias ni ostentación

Jesús pide y exige a sus discípulos y seguidores autenticidad. No aparentar lo que no somos ni ocultar lo que somos. Mirar a Dios cuando hacemos las cosas mandadas, no a los hombres para ser vistos por ellos.

Buena es la limosna, pero cuando la hacemos para presumir, para que nos vean los demás, degradamos lo más bello que tiene la entrega a los demás por nuestra ostentación y afán de exhibición.

Imprescindible la oración, pero cuando la hacemos para que vean los demás lo piadosos que somos, en lugar de encuentro con Dios es encuentro con nosotros mismos y con los demás.
Inexcusable el ayuno, pero cuando ayunamos de cara a la galería, en lugar de ser renuncia al exceso, al consumismo, se convierte en pretexto y disfraz para buscarnos a nosotros mismos.
Evitar la hipocresía y buscar la integridad. Lo que al final cuenta es lo que Dios piense de nosotros. “Y tu Padre, que ve en lo escondido, te premiará”.
 

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
(1938-2018)