Dom
13
Nov
2011

Homilía XXXIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2010 - 2011 - (Ciclo A)

Abre su mano al necesitado y extiende su brazo al pobre.

Introducción

Cuando una nueva situación que nos desespera se presenta, sólo es posible aceptarla por la fe y la esperanza en Dios. Se trata de reconocer la acción de Dios por los creyentes. Una acción que liberará y transformará nuestra historia, y que culminará con la resurrección de todos aquellos que creyeron en su inicio: la Resurrección de Jesús, ese será el momento de la plenitud de la creación de Dios.

Muchas, nuevas y aceleradas situaciones actuales están necesitando de una mirada serena y tranquila que ayude a aceptar por la fe y la esperanza en Dios, los cambios que la realidad nos presenta. Ante esas situaciones no podemos ni escondernos, ni ocultar nuestros valores, por la exigencia que nos pueda llegar a superar. Al contrario, se requiere de un coraje más profundo y más explícito para sacarlos a la luz.

Por un lado tenemos la crisis económica, que no sólo está revolviendo el interior de un sistema económico, sino que está afectando a las seguridades personales y familiares. Ahora no es sólo una situación que asegure el estado del bienestar. Por otro lado, el ahora es una situación de precariedad laboral que ha vuelto a traer sobre nuestros hogares y familias la sombra de la pobreza. Vivir con un instante de luz, porque es evento de salvación, nos situará no en la sorpresa, ni el imprevisto de la ruina, sino que siendo hijos del día, nos ubicará en el vivir iluminando ese camino histórico del hoy, para que en la sobriedad y en el estar vigilantes o atentos, podamos ver signos de esperanza.