Mié
20
Mar
2013

Evangelio del día

Quinta semana de Cuaresma

La verdad os hará libres

Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel 3, 14-20. 91-92. 95

En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:

«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no teméis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?».

Sidrac, Misac y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor:
«A eso no tenemos por qué responderte. Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».

Entonces Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.

Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó, se levantó y preguntó, estupefacto, a sus consejeros:
«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?».

Le respondieron:
«Así es, majestad».

Preguntó:
«Entonces, ¿cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir daño alguno? Y el cuarto parece un ser divino».

Nabucodonosor, entonces, dijo:
«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y entregaron sus cuerpos antes que venerar y adorar a otros dioses fuera del suyo».

Salmo de hoy

Dn 3, 52a y c. 53a. 54a. 55a. 56a R/. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo y glorioso. R/.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas
los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».

Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».

Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».

Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».

Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».

Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».

Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Reflexión del Evangelio de hoy

  •  “¿Qué Dios podrá libraros de mi mano?”

Jesús fue tentado por el diablo para que le adorase. Jesús rechazó esta propuesta. “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”. Es la continua tentación a la que nos vemos sometidos todos los creyentes en Dios. Hoy vemos cómo Sidrac, Misac y Abdénago, pertenecientes al pueblo judío con el que Yahvé hizo alianza, “Yo seré vuestro Dios y vosotros mi pueblo”, superan esa misma tentación de adorar a los dioses del rey Nabucodonosor, incluso ante la amenaza de morir quemados en “un horno encendido”. Solo adorarán a Yahvé su Dios, que les librará incluso de morir quemados. Los cristianos de todas las épocas, de una manera o de otra, sufrimos esa misma tentación de abandonar a nuestro Dios, el Padre de Jesús y nuestro Padre, y de rendir nuestro corazón a otros dioses. A nuestro Padre Dios nos dirigimos todos los días para que nos dé el pan de ese día, el alimento diario necesario para no caer en esa tentación, y seguir teniéndole a él como a nuestro único Dios y Señor, el que siempre nos conduce a verdes praderas de agua viva. Sidrac, Misac y Abdénago no fueron martirizados, pero muchos cristianos han muerto mártires a manos de los poderosos de este mundo, que solo pudieron destruirles el cuerpo pero no arrebatarles a Cristo, su tesoro, su vida. “Para mí la vida es Cristo”.

  •  “La verdad os hará libres”

Jesús nos da la fórmula para ser libres: si escuchamos su palabra, si nos mantenemos en ella conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres. Ser libres nos es hacer “lo que me dé la gana”, es hacer aquello que nos brota de nuestro interior y que hemos descubierto como lo mejor que podemos hacer. Si hemos llegado a la verdad, siempre querremos ser consecuentes con esa verdad descubierta o regalada por Cristo. Si hemos descubierto, con la ayuda de Cristo, que la verdad de nuestra vida es el amor, el perdón, la justicia, la honradez, la veracidad, la filiación, la fraternidad… ser libres es tener la fuerza suficiente para transitar por este camino y no por los contrarios. Caminar por donde me dicte la verdad. Quien comete pecado, quien va en contra de su verdad, es esclavo. No logra hacer aquello que quiere hacer, va en contra de sí mismo. Quien vive no en la verdad, sino en la mentira, quien dice lo contrario de lo que piensa, quien vive lo contrario de la verdad que le dicta su conciencia… no es libre, es esclavo. Tenemos que acudir a Cristo Jesús, que no solo es el que nos enseña la verdad, sino aquel que nos da la necesaria fuerza para vivirla y ser libres. “Si el Hijo os hace libres seréis realmente libres”. Ya sabemos a quien tenemos que acudir.