Dom
25
Dic
2022

Homilía Natividad del Señor

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Pautas para la homilía de hoy


Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Isaías nos lo dice: cantad, gritad, regocijaos: ¡Dios ha cumplido su promesa!

Los anhelos y deseos del hombre, de todo hombre de todo tiempo, del hombre que vive y camina en medio de la oscuridad y el miedo, aunque en su corazón guarda el anhelo y la confianza y la convicción de que no es la tiniebla ni la muerte todo lo que hay, pero que a veces desespera, se cumplen hoy.  No es ya la ruina y la muerte la única posibilidad para el ser humano. Pese a que nos rodeen, pese a que a veces en nosotros mismos vivamos más la muerte y el pecado y el miedo y la angustia, hoy todo eso se ha vencido. Dios nos ha regalado la salvación.

Lo dice el salmista, hoy la tierra entera se estremece con las maravillas que Dios ha hecho en favor del hombre. La victoria frente al mal está ya cumplida, la justicia, la misericordia, la salvación, la plenitud son una realidad que ha tomado cuerpo en un cuerpo. Ciertamente es un misterio cómo en un niño recién nacido se hace real toda esperanza, el misterio de la encarnación de Dios en el hombre. El misterio del amor de Dios.

El Prólogo de Juan nos habla de ese misterio profundo que esconde un niño. Dios mismo, su Palabra, su Hijo unigénito, anterior a todo, entra en el tiempo y la historia y se hace carne, y al Encarnarse cumple su promesa. El verbo que estaba en Dios, que era Dios, Dios mismo, se hace uno de nosotros por amor. Para traer la luz de la esperanza que alumbra a todo hombre en medio de las tinieblas de la muerte. Los que reciben la luz, los que acogen a Dios, al Hijo de Dios, serán capaces de llenarse de gracia. Por la fe, por ser capaces de creer que no es la tiniebla y la oscuridad lo que dice lo que es el mundo, serán capaces de ser hijos de Dios, es decir, de vivir conforme al amor, el bien, la bondad, la belleza, la justicia.

El misterio de la Navidad alumbra el misterio de la esperanza y del sentido del hombre, pero como dice la Carta a los Hebreos, no es sólo el misterio del Niño Dios. La carta a los Hebreos nos conecta el misterio del nacimiento de Jesús, con toda su vida.

Es inseparable el misterio que hoy celebramos de toda la realidad histórica y vital de Jesús. La navidad es el comienzo de cómo le llega la salvación al ser humano. Navidad y Pascua, Encarnación y Resurrección, conectan como parte de todo el arco vital de la salvación. La alegría navideña por la que hoy cantamos jubilosos y exaltamos de jolgorio ante la maravilla de lo que ha obrado Dios en el mundo, es la alegría de la plenitud de la labor de Cristo en toda su misión. De toda su vida, enseñanza, recorrido y mensaje. Incluso alegría pascual por su muerte y resurrección.

En la clásica teología de santo Tomás de Aquino, el camino de la salvación tiene un comienzo, la encarnación, y una plenificación, la resurrección que se completa en la gloria de cristo. Exitus y reditus, salida y regreso, gloria del nacimiento y gloria de la plenitud, son parte del mismo misterio de salvación de la humanidad que hoy celebramos.

En el comienzo, en el Nacimiento, está todo el camino. Sin este misterio de pequeñez de un niño, no habría cruz ni resurrección. Hoy celebramos que la esperanza se ha hecho carne para darnos la salvación. Hoy celebramos que Dios mismo decidió ser uno de nosotros por amor a la humanidad, para traernos la salvación.