Homilía Domingo de Ramos

Introducción

La celebración litúrgica de este domingo podríamos decir que es el pórtico de lo que popularmente llamamos Semana Santa. Una Semana que la comunidad cristiana dedica a celebrar de una manera más intensa el misterio de nuestra Fe, el misterio culmen de nuestra salvación, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.

Durante la Cuaresma hemos podido hacer un acercamiento a nosotros mismos, iluminados por la Palabra de Dios, para poder hacer un proceso de conversión, y llegar así, más preparados, mediante la austeridad, la penitencia y la oración, a una vivencia de los que significa la Pascua.

Nuestras muertes necesitan ser iluminadas por la Resurrección. Hacemos el mismo camino que hizo Jesús para cumplir con la voluntad del Padre. Lo que sucedió en Jerusalén entonces, sucede hoy para nosotros. La comunidad cristiana, mediante las celebraciones litúrgicas, hace presente esa fuerza que necesitamos para sentirnos liberados e iluminados con la celebración de la Pascua. Así cada año que pasa nuestra Fe bautismal se hace más adulta y nos ayuda a caminar mejor tras los pasos de Jesús.

En este Año de la Fe se nos invita de una manera más intensa a dar valor a estos días de Semana Santa para “redescubrir el camino de la fe para iluminar de manara cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo” (Cfr. Porta Fidei, nº 2)