Dom
14
Abr
2013

Homilía III Domingo de Pascua

Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)

Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.

Introducción

¿Hemos visto al Señor Resucitado?

La Iglesia cuando anuncia el evangelio de la resurrección de Cristo, y no simplemente mantiene un voluntariado de ayuda social, no puede convencer a la gente con argumentos; necesita ser creíble; necesita ejemplos atrayentes, como el Papa Francisco.

El sacerdote antes de predicar debiera preguntarse, ¿qué credibilidad tengo yo ante este auditorio para poderles hablar de Jesucristo y de la nueva vida que ha venido a traernos mediante el perdón de nuestros pecados? Sólo quien se ha librado de las ataduras del pecado y goza de la alegría de la vida pascual puede hablar con pasión y abrir las puertas a la esperanza.
En consecuencia, el sacerdote, antes de predicar, debiera rezar en la presencia de Dios para ver el rostro vivo de Dios y examinar su propia vida, de manera que pueda hablar al corazón de las personas con el fuego de la caridad; porque cuando se habla sólo con la inteligencia se corre el peligro de agradar, deslumbrar o cansar. Y hay demasiadas homilías que sólo aburren.

Parece que ha llegado el momento de abandonar la plaza y retirarse al desierto, pues es tiempo más de autenticidad que de oratoria. La lección de Benedicto XVI ha sido convincente. Ha llegado el momento de la verdad; ya no hay tiempo para los juegos de atracción. O somos sacerdotes que hemos visto al Señor Resucitado o de lo contrario sería mejor realizar una cura de silencio.

O hemos muerto al pecado durante la cuaresma para poder resucitar con Cristo en la Pascua, o todo ha sido un teatro, quizá bello: la aspersión del agua bendita y otros signos sacramentales. Pero la paciencia de Dios es grande y ahora nos da el tiempo de Pascua para invocar al Espíritu y poder recobrar la vida en Cristo Jesús. El papa Francisco, evangelio sin ropajes, es un ejemplo a seguir por todos, especialmente por los sacerdotes.