Vie
9
Ago
2019
¡Llega el esposo, salid a su encuentro!

Primera lectura

Lectura de la profecía de Oseas 2, 16b. 17de. 21-22

Así dice el Señor:
"Yo me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón. Y me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que la saqué de Egipto. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo, me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión, me casaré contigo en fidelidad, y te penetrarás del Señor".

Salmo de hoy

Salmo 44 Llega el Esposo; salid a recibir a Cristo, el Señor.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor R/.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras. R/.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: - "Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:
- ¡Que llega el esposo, salid a recibidlo!.

Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os compréis".

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".

Reflexión del Evangelio de hoy

Te desposaré en justicia y en derecho, en amor y en compasión

La profecía de Oseas, se desarrolla en el tiempo en que el pueblo de Israel había olvidado su alianza con Yahvé, en el “argot” de la época, se había prostituido, ofrecía sacrificios a los baales, y había permitido no tener a Dios como fin primordial de su existencia.

En sentido figurado se trata a los hijos de Israel como a una esposa infiel, a la que le interesaban más los regalos que le ofrecían sus amantes, que el cariño que le podía ofrecer su marido y protector; ante esta situación va a recibir, por parte de su esposo, el castigo de la ignominia, despojándola de sus regalos y propiedades e, incluso, de sus vestidos, mostrando su desnudez, situación en aquella época totalmente vergonzante. Pero aplicado el castigo la tomará, la llevará al desierto donde le hablará al corazón, le ofrecerá de nuevo sus propiedades, convirtiendo lo árido en vergel, como una puerta abierta a la esperanza, y, en ese momento, Yahvé la desposará de nuevo en justicia y en derecho, en amor y en compasión, retomando la ilusión del primer día, volviendo a los años de la juventud.

El Señor no deja nunca de intentar que sus hijos dejen sus malos hábitos, para retornar a la paz y armonía de la alianza que ofrece el “Todopoderoso” a sus hijos, como nos recuerda el salmo 44: “Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida a tu pueblo y a la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor.”

¡Llega el esposo, salid a su encuentro!

Mateo nos refiere en este pasaje la parábola de las vírgenes necias y las vírgenes prudentes, instruyéndonos para que no esperemos al momento final para prepararnos ante la llegada del “esposo”, es decir, la llamada de Dios; nos invita a que siempre estemos prestos y preparados, pues el Señor puede llamarnos en cualquier momento, debemos tener un corazón dispuesto para afirmarnos en su seguimiento y si, así lo hubiera decidido, presentarnos ante Él sin tener las manos vacías, por no haber sido previsores y no tener preparadas nuestras “alcuzas con aceite de reserva”.

Hoy la Iglesia celebra la memoria de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), que nació en el seno de una familia judía con fuertes convicciones, y que al ir creciendo y aumentando sus conocimientos, comprobó que muchas de sus preguntas no encontraban respuesta en sus creencias. Se alistó como enfermera en la I Guerra Mundial para entregarse al servicio de los más débiles, conviviendo muy de cerca con la muerte, lo que incrementó más sus dudas.

Estudiante privilegiada se graduó en Geografía y Filosofía, estudiando, entre otros, a Santo Tomás de Aquino, que junto a la lectura de las obras de Santa Teresa de Jesús, la ánimo a aceptar la fe de la Iglesia de Roma, a pesar de la oposición de su familia. Fue profesora de un colegio de dominicas y posteriormente ingresó en el Carmelo, entregándose a una vida de oración y contemplación.

La persecución Nazi obligó a que la destinaran a un monasterio carmelitano de Holanda por su ascendencia judía, pero aun así, fue detenida y llevada, junto a su hermana, al campo de exterminio de Auschwitz, cerca de Cracovia, donde fue asesinada en la cámara de gas el 9 de agosto de 1942.

Beatificada y Canonizada por el Papa San Juan Pablo II, la nombró Co-Patrona de Europa junto a Santa Catalina de Siena y Santa Brígida de Suecia.

  • ¿Esperamos al último momento porque siempre hay tiempo de sobra para todo?
  • Es necesario estar dispuestos ante la llamada de Dios?
  • ¿No nos planteamos dudas de fe porque es más cómodo no cuestionar nuestra vida?