Mié
9
Ago
2023
“¡Ya está aquí el novio!

Primera lectura

Lectura de la profecía de Oseas 2, 16b. 17de. 21-22

Así dice el Señor:
"Yo me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón. Y me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que la saqué de Egipto. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo, me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión, me casaré contigo en fidelidad, y te penetrarás del Señor".

Salmo de hoy

Salmo 44 Llega el Esposo; salid a recibir a Cristo, el Señor.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor R/.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras. R/.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: - "Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:
- ¡Que llega el esposo, salid a recibidlo!.

Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os compréis".

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

“¡Yo voy a seducirla!”

El punto cumbre de la revelación de la misericordia divina en el Antiguo Testamento lo encontramos en el profeta Oseas, que realiza su actividad profética en el Reino del Norte, en una época de prosperidad económica en el siglo VIII a.C. El mensaje de Oseas está encaminado a condenar la idolatría, que se manifiesta en la compatibilización del culto a Yahvé con el de Baal, dios agrícola de las lluvias y las cosechas (4,12b-13; 7,14b; 9,1), y con la adoración de los becerros, instalados por Jeroboán I en el año 931 a.C. en el momento de la división política y religiosa de los Reinos Norte y Sur. Esto llevará a Oseas a denunciar un culto superficial y falso (6,4-6; 5,6; 8,11.13) así como las injusticias sociales y la corrupción reinante (4,1-2) que se desprenden de esa imagen distorsionada de Dios.

El Señor se sirve de la situación personal del profeta, para comunicar al pueblo su Palabra. Su esposa le ha sido infiel. En esa circunstancia, Oseas podía romper su relación con ella y repudiarla, al igual que en un primer momento quiere hacer el Señor. Sin embargo, en el corazón de Dios se da un vuelco, se estremecen sus entrañas (Os 11, 8-11), y hace que la historia discurra por otro camino.

El relato de Oseas se va a ir desarrollando a modo de historia en tres tiempos: pasado, presente, futuro. Curiosamente, aunque el texto que propone la liturgia está al inicio de la obra profética, está presentando el porvenir. La promesa de futuro se concreta en la renovación de la alianza, una alianza que Dios hará para siempre en clave de misericordia, de justicia y derecho: Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Yahveh (Os 2,21-22). Y es que la misericordia de Dios siempre nos conduce por caminos imprevisibles hacia un horizonte nuevo. 

“¡Salid a su encuentro!”

La narración evangélica de Mateo, que nos presenta la liturgia hoy, pertenece al llamado discurso escatológico (24-25), en concreto, al capítulo 25 donde el autor a través de dos parábolas, las diez vírgenes (25,1-13) y los talentos (25, 14-30), y el relato del juicio final (25,31-46), expone el tema de la vigilancia y la responsabilidad.

La parábola que nos ocupa es una de las parábolas del Reino. En este caso es comparado con diez muchachas que salen a esperar al novio. De ellas cinco son necias y cinco, prudentes. Las primeras toman candiles, pero no llevan aceite, mientras que las segundas con gran juicio llevan ambas cosas. Lo que ocurre entre ambos grupos era previsible.

Un lector con mentalidad buenista enseguida hará un juicio sobre las jóvenes prudentes y dirá: ¡que egoístas, podrían haber compartido! Sin embargo, la parábola nos está interpelando sobre otra dimensión de nuestra vida. La responsabilidad y el cuidado de nuestra propia fe es personal e intransferible. La oración, la formación, las obras de misericordia que nos van transformando interiormente y nos van haciendo crecer, no podemos pasárselas a otro para que le conste en su curriculum.

Cada uno es responsable de su propio crecimiento en la fe. Esto no podemos delegarlo en nadie. En este sentido no podemos dormirnos, ni descuidar nuestro aceite. Hemos de estar en actitud permanente de alerta sin bajar la guardia, preparados, vigilantes, cuidando cada una de las dimensiones de nuestro ser humano creyente porque como cantaba Silvio Rodríguez “nos va la vida en ello”. 

En actitud de discernimiento permanente hemos de preguntarnos: ¿Estoy pendiente de cuidar mi vida de fe con la oración, la escucha atenta a la Palabra, la participación activa en la comunidad, una formación que sea transformadora? ¿Anuncio con mi lámpara encendida que el Señor ya está presente entre nosotros? Santa Teresa Benedicta de la Cruz, filósofa y mística, patrona de Europa, cuya fiesta celebramos hoy, fue una de esas vírgenes prudentes.