Vie
30
Dic
2011

Evangelio del día

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.

Sagrada Familia

Fiesta de la Sagrada Familia

  • Historia de la fiesta de la Sagrada Familia

Así como se provocó en la piedad de la Iglesia, en tiempos modernos, el culto a San José, al que va profundamente unido el culto más antiguo a la Virgen María, así se ha llegado con espontaneidad a extenderse también, a partir del siglo XVII, la devoción a la Sagrada (Santa) Familia de Nazaret.

Fue en el siglo XIX, cuando la destrucción de la familia cristiana, dada la revolución industrial que provocó la aglomeración urbana, solicitó con urgencia la atención de la Iglesia. Por ello se decidió crear una fiesta con liturgia completa, centrada en el ejemplo e intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, constituida por Jesús, María y José.

El año 1893, el papa León XIII introdujo la fiesta, que se situó en el tercer domingo después de Epifanía. Poco después se colocó el primer domingo después de Epifanía, pues el evangelio del día describía la vida de la Sagrada Familia en Nazaret.
El Calendario romano (general) de 1969 determina que esta fiesta se celebrará ahora el domingo dentro de la octava de Navidad: El domingo dentro de la octava de Navidad se celebra la fiesta de la Santa Familia» (CR, n. 35 y comentario histórico, pág. 60). Justamente en el mismo misal típico, antes de las lecturas del ciclo «A-, se determina que, en defecto de tal coincidencia del domingo, la fiesta se celebrará el 30 de diciembre.

La intención de la fiesta era ante todo promover la salvación del núcleo familiar en su espíritu genuinamente cristiano e ideal, como de un modo tan «especial» se realizó en la Santa Familia de Nazaret. Pero se debe tener en cuenta que en ella no existían ni el pecado, ni las consecuencias del pecado, salvo, quizá, en mínima medida en San José, ya tan directamente ilustrado por el ángel del Señor (Mt 1, 18-25), sobre el misterio de la Propia «santa familia». Por eso la Familia de Nazaret se debe tener como ejemplo, pero, sobre todo, como intercesión para los fieles de todas las épocas.

  • El mensaje de la fiesta de la Sagrada Familia

Como ha afirmado el Catecismo de la Iglesia Católica, la vida escondida de la Sagrada Familia en Nazaret permite que el hombre se una a Cristo en los momentos más ordinarios de la vida cotidiana, como ya había afirmado el papa Pablo VI en el discurso antes citado.

Todos formamos parte de una gran familia mucho más amplia que la propia familia natural: somos la familia de Dios; somos hijos de Dios y a él nos unimos por la redención de Cristo conforme al designio originario de nuestra creación.
La familia es una verdadera «Iglesia doméstica« dentro de la Iglesia universal que es la familia de Dios.
La vida de los orígenes de la Iglesia estaba constituida de familias, como pequeñas islas de vida cristiana, en un mundo sin fe, Es bien seguro que ésta es la situación actual.

En la familia se ejerce además el gran mensaje de la «santa» familia de Nazaret: no sólo el amor mutuo, sino la oración y el culto a Dios.

Me parece muy significativo que en el contexto de la familia, el Catecismo haya tratado y recordado también a algunas personas, las personas «solteras« que, a causa de las condiciones concretas en las que deben vivir —y a menudo, sin haberlo querido— están especialmente cercanas al amor de Cristo, Éstasson tantas personas que no se han casado, muchas de las cuales viven su situación en el espíritu de las bienaventuranzas, sirviendo a Dios y al prójimo de manera ejemplar. A ellos la Iglesia y los hogares cristianos deben abrirse también con generosidad y dedicación pastoral (CIC, n. 1658).

La familia cristiana está potenciada por un -sacramento», al que ya se ha aludido brevemente, pero que, en definitiva, significa la máxima facilidad humana para realizar todos los deberes y da todos los recursos del matrimonio, especialmente la comunión de vida, que es indisoluble naturalmente y que se facilita al máximo cuando se es fiel a la gracia de Dios y la participación constante en la Eucaristía, en la comunión sacramental, como fuente de la presencia activa del Espíritu Santo. El ideal del matrimonio es casi inalcanzable y sin fronteras: amarse mutuamente como Cristo ama a su Iglesia. Este ideal tan sublime no se consigue sin la gracia del sacramento y su alimento en la Eucaristía y en la oración.

La familia cristiana no puede vivir cerrada en sí misma. Es necesario abrirse a las necesidades y a las alegrías de los demás.

La familia cristiana debe tener una idea clara de los propios deberes: ante todo el bien de los mismos esposos, cuya personalidad se enriquece en la vida común y, luego, como fruto natural en la fecundidad y en el respeto o en el no «tener miedo» a la vida. La obediencia de los hijos debe ser motivada y espontánea en el amor y ejemplo de los padres. El espíritu de agradecimiento nunca puede faltar en los hijos.

Los padres en la familia deben vivir la generosidad en la educación, en la virtud y en el saber de los propios hijos; deben saber usar de la corrección oportuna.

Sobre todo, la familia debe ser la escuela de la formación en la fe y la realidad de poder orar juntos y participar todos juntos en el culto cristiano, especialmente en la celebración dominical de la Eucaristía.

Sin duda que es en este punto donde está fallando nuestra sociedad consumista. No se encuentra momento para rezar juntos; para hablar de cosas trascendentes. Se debe dar ejemplo de vida serena y distendida, para proponer o favorecer las vocaciones religiosas; para poder orar juntos.

Todas estas obligaciones, ideales y realidades vivas las encontramos seguramente en el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret. Pero no hay duda que es necesario dar un gran salto en la fe al comparar las condiciones especiales de esta Santa Familia con la cotidianidad de nuestras familias cristianas en el mundo en el que ahora vivimos. De todos modos, si la Sagrada Familia es un ejemplo dificil de imitar, siempre será eficaz su intercesión para que las familias cristianas se enfrenten al mundo actual que, si falla en tantas cosas, es porque fundamentalmente está fallando en el seno de las familias.

Tantas leyes civiles están tocando negativamente la familia y cada día aumentan. Por eso es necesario que la oración de los fieles logre intensificar su santidad espontánea y que sigan en la medida posible como ideal la vida santa» de la Familia de Nazaret.

Antolin González Fuente, O.P.
 

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),
Colección Nuevo Año Cristiano de EDIBESA.