Sáb
28
May
2022

Evangelio del día

Sexta Semana de Pascua

El Padre mismo os quiere

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18, 23-28

Pasado algún tiempo en Antioquía, Pablo marchó y recorrió sucesivamente Galacia y Frigia, animando a los discípulos.
Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras. Lo habían instruido en el camino del Señor y exponía con entusiasmo y exactitud lo referente a Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan.
Apolo, pues, se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Áquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Una vez llegado, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.

Salmo de hoy

Salmo 46, 2-3. 8-9. 10 R/. Dios es el rey del mundo

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.

Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 23b-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Tú, ve y predica

La lectura nos habla del tercer viaje de Pablo, que pasa por las comunidades “animando a los discípulos”. El pasaje se centra en la figura de Apolo, un judío experto en la Escritura y que hablaba muy bien. Aunque no conocía más que el bautismo de Juan, predicaba en las sinagogas sobre Jesús”. Evangelizado por un matrimonio cristiano (Áquila y Prisca) amigos de Pablo, llegó a ser un colaborador muy válido en la evangelización, reconocido también por Pablo.

¿Qué hubiéramos hecho nosotros si se presenta en nuestra comunidad un laico que predica sobre Jesús por libre, tal vez con un lenguaje no del todo ajustado? En Éfeso se encontró con personas colaboradoras de Pablo que le ayudaron a formarse mejor. Y lograron de él un buen catequista.

Los laicos, afortunadamente cada vez más, tienen un papel importante en la tarea de la evangelización encomendada a toda la Iglesia. Es una de las consignas más comprometedora del Vaticano II. Tanto a nivel eclesial como en el más doméstico de nuestro entorno deberíamos saber aprovechar los valores que hay en las personas. El deseo de todo cristiano es que el Reino de Dios progrese en nuestro mundo, sea quien sea el que evangelice y haga el bien, con tal que lo hagan desde la unidad con la Iglesia.

El Padre mismo os quiere

El Padre os quiere, porque vosotros me queréis y habéis creído. Y, por eso, está dispuesto a darnos todo lo que tiene. Como todo buen padre.  Pero a veces los hijos piden cosas que no son las mejores, incluso cosas que les pueden perjudicar. ¿Cómo pedir al Padre del cielo lo mejor que tiene, que será lo mejor para nosotros? Jesús nos indica cómo tenemos que hacerlo: Si pedís algo al padre en mi nombre, os lo dará. Así lo hace la Liturgia cristiana: Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo…

Pero esto que nos indica Jesús va mucho más allá de una simple fórmula. El nombre de Jesús (Dios salva) se lo puso el Padre e indica no sólo la misión que le fue confiada sino su misma personalidad. Pedir en nombre de Jesús es pedir identificándonos con su persona, con sus sentimientos, con sus palabras, con su manera de actuar para salvarnos. Obviamente, hay cosas que no se pueden pedir en nombre de Jesús. Al orar, podríamos preguntarnos: ¿Esto lo pidió Jesús al Padre alguna vez? ¿Esto lo pediría Jesús? Si pedimos de verdad en nombre de Jesús, seguro que el Padre nos lo concederá, porque será para nuestro bien.

Aunque no sepamos en qué dirección se va a notar la eficacia de nuestra oración, se nos ha asegurado  que ya es eficaz. Nos lo ha dicho Jesús: “Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido.