Mar
31
May
2022

Evangelio del día

Séptima Semana de Pascua

Proclama mi alma la grandeza del Señor

Primera lectura

Lectura carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 9-16b

Hermanos:
Que vuestra caridad no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.
Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.
Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran.
Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde.

Salmo de hoy

Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 R. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.

«Él es mi Señor y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso». R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel. R.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

La fiesta de hoy día nos invita a contemplar el momento en que la Virgen Mª visitó a su prima Isabel. Es un acontecimiento que pone ante nuestra mirada el gran secreto de Dios que viven y comparten estas dos mujeres, y sobre todo que protagonizaran los hijos que ambas llevan en su seno. Desde el inicio de la iglesia muchos creyentes veneraban ya este misterio. En el siglo IV, los papas la extendieron a la iglesia universal.

Ámense cordialmente con amor fraterno

En este texto, Pablo incluye una serie de comportamientos que el cristiano debe adoptar, son el modelo de vida cristiana. Estos comportamientos no tienen preferencia, no son unos más que los otros. Podríamos decir que Dios nos pide a través del Apóstol Pablo que nos amemos los unos a los otros con amor fraternal y que este mandato es el marco que engloba todos. Todos están interconectados y son expresiones naturales de amor.

El amor mutuo que los cristianos se profesan debe ser sincero, libre de engaño, y de adulaciones mezquinas y mentirosas, aferrándose al bien y valorando al otro tanto como a uno mismo. El verdadero amor rechaza y aborrece al mal, nunca a la persona que lo practica. El verdadero creyente es constante en su bien obrar, transmitiendo alegría y esperanza en su ambiente. El verdadero amor es entusiasta, diligente, no se deja frenar ni por los obstáculos ni por la pereza. La persona que vive así, tiene su confianza puesta en el Señor. Esto la lleva a vivir pendiente de las necesidades de los demás, solidarizándose- y en estos días somos “invitados” todos a practicar la hospitalidad ante tanta violencia y guerra como están viviendo muchos de nuestros hermanos.

Dichosa tú, que has creído

El primer gesto de María tras acoger la palabra anunciada por el Ángel Gabriel es ponerse en camino y marchar a aprisa. Lucas nos dice: “Se levantó, salió, y sin demora fue a la montaña, a un pueblo de Judá…” sin duda podemos pensar por qué tanta prisa, nadie la enviaba, nadie según el texto dice la había llamado, sólo el ángel la había informado del estado de su prima Isabel, entonces, ¿qué necesidad tenía María de dejar su casa?

María se olvida de sí misma, de su situación, y movida por la fuerza del Espíritu Santo se llega a la casa de Isabel. Ponerse en camino…no es fácil, ¿cuánto nos cuesta dejar lo que habíamos proyectado? No tengo tiempo, estoy…(cada uno coloca sus razones…)

Uno de los rasgos más característicos de la fe en Dios es saber acudir junto a quien está necesitado de nuestra presencia, y María lleva con ella a Alguien que también tiene prisa de comenzar su misión.

El saludo que la Virgen María formula a su prima Isabel debió de ser de tal ternura y gozo-aunque el evangelio no nos lo dice-, que no podía haber sido pronunciado nada más que por alguien en quien había hecho morada el Espíritu de Dios, de alguien dócil a hacer la voluntad de Dios. María no puede guardar el tesoro que lleva, para ella sola, y se da el milagro, Isabel y el hijo que lleva en su seno, van a proclamar una maravillosa oración, que la iglesia universal la ha tomado como propia hasta nuestros días: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!; ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá

Cuando María escucha el saludo de Isabel, recibe una especie de confirmación de todos aquellos pensamientos que la venían inquietando y lanza aquellos elogios deslumbrantes, que solo pueden se inspirados por el Espíritu Santo: El Magníficat, que es un canto de alegría y alabanza al Señor, es la expresión de quien se siente inmensamente pequeña y amada  con la gran ternura  de Dios Padre.

En el desarrollo de la oración, ella, fija su mirada en las acciones de Dios a lo largo de la historia de su pueblo Israel: Dios por pura misericordia prefiere a los pobres y humildes; porque de esa manera manifiesta su poder, su santidad y su fidelidad al ser humano.  Es el anuncio del cumplimiento de las promesas de Dios al pueblo elegido.

Este canto de María, sigue siendo actual, recemos con él y al final del día podemos terminar nuestra oración, realizando cada uno “su magnificat”, dejemos que nuestro corazón se expanda.