Mar
23
Mar
2010

Evangelio del día

Quinta semana de Cuaresma

Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy…

Primera lectura

Lectura del libro de los Números 21, 4-9

En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edón.
El pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia».
El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».
Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.

Salmo de hoy

Salmo 101, 2-3. 16-18. 19-21 R/. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco,
escúchame enseguida. R/.

Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.

Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 21-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».
Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Reflexión del Evangelio de hoy

  •  “Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti.”

    Hoy, el libro de los Números nos presenta a un pueblo de Israel extenuado de tanto caminar por el desierto. Ante su debilidad cada vez mayor, aunque hayan pasado miles de años, vemos que reacciona como tantas veces hacemos nosotros: “habló contra Dios y contra Moisés”. Ante lo que no encaja con nuestros planes y “encima”, nos hace sufrir, el Enemigo nos da una solución: hablar mal contra Dios y, también, hablar mal contra el prójimo. Murmurar, juzgar, protestar, pedir explicaciones a Dios de por qué permite esto o lo otro… "¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua…."

    El interés de Dios para nosotros es que no nos alejemos de su Amor, para que seamos felices, y vivamos en su Alianza: siendo nosotros su pueblo y Él nuestro Dios. Por esto mismo, en muchas ocasiones hemos visto que el Señor responde a nuestras murmuraciones permitiendo que se vuelvan contra nosotros como “serpientes venenosas” y nos muerdan… Entonces es cuando reconocemos nuestro pecado y acudimos de nuevo a Él. Sí, así somos de tozudos…"Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes." Moisés intercede ante el Señor, y Él responde a la oración. 

   Dios nunca se cansa de ser misericordioso con nosotros, sanando a  todo aquel que vuelve los ojos a Él buscando perdón. Y Dios, siempre perdona, siempre ama, ¡qué maravilla!

  •  “Si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados.”

    Una vez más, Jesús se presenta ante su pueblo como su único Dios (“Yo-Soy”), el que estaban esperando. Pero ellos siguen en su mundo, no se enteran de nada… hasta tal punto de tener que decirles Jesús: “Después de todo, ¿para qué seguir hablándoos?” Ahora, entremos nosotros en escena. ¿Crees realmente que Jesucristo perdona tus pecados, los destruye no volviéndose a acordar nunca jamás de ellos, y a cambio te da vida, alegría, paz…? “Pues si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados”. Pidamos al Señor fe en su perdón, en su infinita misericordia. Y si decimos que sí creemos… ¡que se nos note! 

"Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy”. Cuando experimentes que Jesús ha sido crucificado por ti concretamente, y por todos y cada uno de los hombres, sabrás que Él es tu Dios, nuestro único Dios y Salvador. ¿Cómo se puede reflejar esto en nuestra vida? Aprendiendo de Él, y dejarle que Él vaya obrando en nosotros, hasta que llegue el día en que podamos decir también nosotros: “yo no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada."