
Oct
Evangelio del día
“ Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti. ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4,20-25
Hermanos: Ante la promesa de Dios Abrahán no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete, por lo cual le valió la justificación. Y no sólo por él está escrito: "Le valió", sino también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en el que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.
Salmo de hoy
Lc 1,69-70.71-72.73-75 R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo
Nos ha suscitado una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas. R/.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. R/.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»
Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»
Reflexión del Evangelio de hoy
“Abrahán no fue incrédulo”
Abrahán es padre y modelo de los creyentes. Confió plenamente en Dios, depositó toda su confianza en Él, porque sabía que Dios le amaba y que “es capaz de hacer lo que promete”. Esto le valió la justificación, estar a bien con Dios. Eso mismo nos sucede a los seguidores de Jesús, como explica San Pablo. Nuestra fe cristiana, como hemos dicho tantas veces, consiste en aceptar amorosamente a una Persona, antes que unas verdades. Esa aceptación y confianza total nacen porque esa Persona, Cristo Jesús, nos ha convencido de lo mucho que nos quiere, y de que siendo hombre es también Dios, por lo que tiene poder para cumplir todas sus promesas, entre ellas la de resucitarnos a la vida de plena felicidad para la que está hecho nuestro ancho corazón humano.
¿Dónde apoyamos nuestra vida?
Una y otra vez, de diversas maneras y con distintas expresiones, Jesús aborda un tema que toca la entraña humana: ¿Dónde apoyamos nuestra vida? Todas las personas humanas que seguimos viviendo lo hacemos apoyándonos en algo o en alguien. Jesús, conociendo el atractivo que tienen los bienes materiales para nuestro corazón, nos pone en guardia ante ellos. “Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. La razón es bien sencilla: nunca los bienes materiales, por abundantes que sean, pueden llenar el corazón humano. Nuestro corazón está hecho para algo más grande. Está hecho para el encuentro amoroso con Dios y con los hermanos. Nosotros apoyamos nuestra vida en la amistad con Cristo Jesús, el que es capaz de saciar todas las ansias de nuestro corazón y el que es capaz de hacernos caminar con sentido y esperanza. “Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”.
Celebramos hoy la fiesta de San Ignacio de Antioquía que murió el año 107. Famosas las cartas que escribió camino del martirio, donde expresa su fuerte deseo del encuentro pleno con Dios. Pide a su fieles que no hagan nada que impida ser martirizado, pues “soy trigo de Dios y he de ser molido por los dientes de las fieras… todo mi deseo y mi voluntad están puestos en aquel que por nosotros murió y resucitó”.