Jue
22
May
2014

Evangelio del día

Quinta Semana de Pascua

Permaneced en mi amor

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15, 7-21

En aquellos días, después de una fuerte discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los presbíteros:
«Hermanos, vosotros sabéis que, desde los primeros días, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran de mi boca la palabra del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, ha dado testimonio a favor de ellos dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues ahora intentáis tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús».
Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron, Santiago tomó la palabra y dijo:
«Escuchadme, hermanos: Simón ha contado como Dios por primer vez se ha dignado escoger para su nombre un pueblo de entre los gentiles. Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
"Después de esto volveré y levantaré de nuevo la choza caída de David; levantaré sus ruinas y la pondré en pie, para que los demás hombres busquen al Señor, y todos los gentiles sobre los que ha sido invocado mi nombre: lo dice el Señor, el que hace esto sea conocido desde antiguo".
Por eso, a mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que se abstengan de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de animales estrangulados y de la sangre. Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad quienes lo predican, ya que es leído cada sábado en las sinagogas».

Salmo de hoy

Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 10 R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente» R.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Nos salvamos por la gracia del Señor Jesús”

El autor de los Hechos de los Apóstoles nos presenta el llamado Concilio de Jerusalén, el primer Concilio de la Iglesia.

Este capítulo relata la gran controversia que se produjo entre los discípulos de Jesús, ya que ciertos cristianos procedentes del judaísmo pretendían volver a reedificar el muro que el mismo Cristo con su muerte y resurrección había derribado entre judíos y gentiles.

El texto nos dice que hubo una fuerte discusión sobre si los gentiles convertidos al cristianismo deberían seguir la ley mosaica de la circuncisión y otras costumbres judaicas. Es Pedro el que tiene que intervenir y recordar que el hombre no se salva por cumplir la ley sino por la gracia de Jesucristo. El discurso de Pedro es una defensa de la libertad cristiana.

Otro de los que interviene es Santiago, que da la razón a Pedro y propone que los cristianos venidos del paganismo se abstengan de aquello que más repugna a los cristianos venidos del judaísmo. De aquí aprendemos que la delicadeza hacia los demás pasa delante de las derechos personales.

La asamblea que se reunió en Jerusalén, a pesar de las fuertes discusiones, demostró ser una comunidad capaz de escuchar, de saber reconocer las inspiraciones del Espíritu Santo y de tener la mente y el corazón abiertos a éstas. Nosotros también deberíamos adoptar esta actitud de diálogo, de escucha, de respeto y de comprensión.

Lo más importante de esta lectura es la conclusión del Concilio que fue dejar claro que todos nos salvamos por la gracia del Señor Jesús y no por cumplir la ley.

  • “Que mi alegría esté en vosotros”

De este breve evangelio cabe destacar dos cosas: el amor y la alegría.

El amor de Dios llega a nosotros a través de Cristo: “Como el Padre me ha amado así os he amado yo”. Jesús derrama en nosotros el amor recibido del Padre y nosotros entregamos este amor a nuestro prójimo. De algún modo el amor entre nosotros es nuestra respuesta al amor que Dios nos da.

Así como Jesús permanece en el amor al Padre cumpliendo su voluntad, también nosotros debemos permanecer en su amor observando sus mandamientos. Ya sabemos cuál es el mandamiento Jesús: “Amaos como yo os he amado”.

Cabe preguntarse aquí cómo nos ha amado Jesús. El apóstol San Pablo dice que Cristo nos amó cuando éramos malvados y pecadores. Cristo nos amó en nuestra debilidad, por tanto también nosotros debemos amar a nuestros hermanos en su debilidad. La verdadera alegría radica en poder amar así. Pero para tener esta actitud es necesario permanecer junto a Cristo, nacer de Dios, recibir a través del Espíritu Santo la nueva vida de Cristo resucitado. Nos dice San Juan en su carta: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos”.

En este tiempo pascual acojamos la gracia del Espíritu para poder amar con este amor incondicional a todos nuestros hermanos sin excepción porque, como nos dice la primera lectura de hoy, Dios no hace distinción alguna y a todos da su Espíritu. Con este Espíritu de Cristo seamos transmisores de la alegría de la Resurrección.